May 102013
 

Alfredo Landa, icono y estandarte del ‘landismo’ y protagonista de películas como ‘El bosque animado’ (1987) y ‘Los santos inocentes’ (1984), ha fallecido este jueves en Madrid a los 80 años, según ha informado la Academia de Cine. Su cuerpo será incinerado este viernes en el Cementerio del Tanatorio de Colmenar Viejo a las 11.30 horas. De momento no se conocen más datos.

Alfredo Landa nació en Pamplona (Navarra) el 3 de marzo de 1933 y, con 25 años, abandonó la carrera de Derecho pese a la oposición de su familia y se trasladó a Madrid para convertirse en actor con «sólo 7.000 pesetas y una carta de recomendación en el bolsillo».

«Yo avisé a mi madre: ‘Mamá, si no me dejas irme, me quedo y acabo la carrera; pero si a los 40 años soy un infeliz, te echaré la culpa a ti’. Y ahí se acabó la discusión. Me dijo: ‘Vete’. Tardé una semana en meterme en un Expreso a Madrid», aseguró el actor en una entrevista.

Ya en Madrid, y gracias a su experiencia como intérprete en el teatro universitario, consiguió sobrevivir a base de pequeños papeles en las salas de Madrid. Fue en una de esas salas, el Teatro María Guerrero, donde captó la atención del director José María Forqué.

«Forqué y –el también cineasta– Pedro Masó se fijaron en mí en el María Guerrero. Masó le preguntó a Forqué: ‘Oye, ¿quién coño es el bajito ese?’ […] Y tres días después me soltó Pedro Masó: ‘Bueno, usted va a empezar en el cine por la puerta grande», afirmó.

De esta forma, debutó en la cinta ‘Atraco a las tres’ (José María Forqué, 1962) junto a intérpretes ya consagrados como José Luis López Vázquez y Gracita Morales. Este papel, que le abrió las puertas del cine, fue el preludio de una carrera marcada por el ‘landismo’.

EL ‘LANDISMO’ COMO METÁFORA

Este subgénero de la comedia, que nació en torno a la figura del actor y que fue muy mal recibido por la crítica, se prolongó a lo largo de los años setenta coincidiendo con los últimos coletazos del Franquismo y la explosión del turismo internacional en España.

Con el paso del tiempo, y bajo la dirección de cineastas como Pedro Lazaga y Fernando Merino, el ‘landismo’ se convirtió en fiel reflejo de su época a través de personajes reprimidos que encarnaban las frustraciones nacionales y generacionales de los españoles.

A pesar de su mala prensa, el actor nunca renegó del ‘landismo’ y siempre se sintió orgulloso de prestar su apellido al subgénero. «Yo no creé esa palabra, pero estoy agradecidísimo al tío que la creó. El ‘landismo’ ha marcado y, aunque muchos se han referido a él peyorativamente, hoy se habla de él como un fenómeno de la sociedad», afirmó.

De esta etapa destacan cintas como ‘Cateto a babor’, ‘No desearás al vecino del quinto’ (Ramón Fernández, 1970) o ‘Vente a Alemania, Pepe’ (Pedro Lazaga, 1971), donde compartió protagonismo con otros referentes del ‘landismo’ como Florinda Chico o José Sacristán.

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