Tiernos pájaros de alas insolentes juegan amenazados por la piedra y las cornisas.
Les arañan los tétanos de mármol y mausoleos, cuando escapan bajo los arcos de triunfo hacia el bosque.
Se aventuran por el cableado de las centrales eléctricas-bosques de alta tensión, turbinas y transformadores, buscando la música que liberan sus propias heridas abiertas.
Por el sangrado ácido de cubos de basura y callejones, donde muere la luz a cuchillo de cemento, ladrillo y ventanas que se cierran de golpe y agonía.
Tan ciegos como veloces en el aire de las carreteras, con el sol fragmentado por encima de la chapa y los parabrisas: frágil vuelo de huesos en la estela de los motores.
Ocultos en el eco de los gritos, corren a lo largo de calles y paredes como lagartos en el calor, evaporados de garajes, calderas y cocinas de comida rápida que hierven bajo el gas de la maquinaria.
Donde se encuentran los niños expulsados de la escuela, que desafiaron los cuidadosos planos de la geometría y los diccionarios, con los borrachos que arrastran la cara por los vidrios del alcohol.
En las grietas del viento que traen y llevan voces.
En el reflejo sucio del agua de los charcos.
En la hierba que crece bajo el pavimento.
En las hojas arrancadas de los cuadernos.
En la frontera de la mirada
que antes les alcanzaba de lleno.
Entre coches aparcados, ruedan canicas.
Sobre manchas de aceite, Los Chicos del Vertedero se juegan los tesoros que contiene una caja de zapatos, con la mirada a ras de asfalto y cucarachas.
La tarde cae sobre los tejados con una fatiga de alas en el aire quieto.
Aúllan los perros por la zona oscura de los sueños.
Las fieras gruñen al otro lado
de una barrera levantada con juguetes.
Azul contra el espacio,
se quema de hogares el borde inferior de la noche:
los chicos duermen.
No se encuentran del todo en los espejos.
Se buscan, se huyen, se adivinan.
Se temen.
Y se ignoran por momentos
escondidos en los abrazos.
Los últimos.
8 Responses to Juego de Alas
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Qué hermoso poema, justo cuando más me apetecía leer algo nuevo tuyo. Hay versos que llegan en el momento justo.
Toño, ¿querrías escribirme a mi correo? Quería pedirte un favor.
Gracias, un abrazo.
Las fieras gruñen al otro lado
de una barrera levantada con juguetes.
Toño, buenísimo. Siempre me lo parecen tus chicos del vertedero.
Una vez encontré a esos chicos en el vertedero de Guatemala de la Asunción. Creo que nunca olvidaré el olor de la basura al acercarme, de las toneladas de basura al acercarme, y olor del pegamento que inhalan una vez que estuve a su lado, esas canicas de este lado de la barrera, ese juguete que mata. Estoy segura que nunca olvidaré que les vi abrazarse y amar. Y mirar al cielo.
Hace unos hice este vídeo, que en verdad no les hace justicia, pero habla de mirar al cielo desde la cumbre del vertedero. Esa manera.
http://www.youtube.com/watch?v=EVCp7ZhlXcI&feature=mfu_in_order&list=UL
Un beso.
brutal, me ha encantado!
[…] de cuchillosJuego de Alas – Gente DigitalJuego de AlasGente DigitalPor el sangrado ácido de cubos de basura y callejones, donde muere la luz […]
Toño, ayer me gustó muchísimo como recitaste, pero además, al leer tu poema ahora aquí, me parece exquisito.
Un abrazo grande, nos vemos en los 100.
En el comienzo los pájaros nos llevan en un viaje hasta esos niños del vertedero, hasta ése final en los espejos, hasta los últimos abrazos…
«En la frontera de la mirada
que antes les alcanzaba de lleno…»
Brutal,Toño.Brutal.
Un abrazo enorme…
Azul contra el espacio,
se quema de hogares el borde inferior de la noche:
los chicos duermen.
No sé por qué no vengo más a menudo, aunque esto esté inerte. Si aquí siemore encuentro lo que busco.
Besos, Toño, hasta pronto.