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La selección española de baloncesto ha cerrado este jueves una fase de grupos para enmarcar sumando otra rotunda victoria frente a Serbia (73-89), partido intrascendente que la anfitriona afrontó con la misma seriedad de siempre, demostrando que está en perfecto estado de revista para los octavos de final de la Copa del Mundo, que disputará el sábado contra Senegal.
No había nada en juego más allá de un partido oficial en el que seguir ajustando los últimos automatismos de cara a las eliminatorias, que España abrirá el sábado con los octavos de final ante Senegal. Dio igual. Ya había avisado Juan Antonio Orenga de que no pensaba dar descanso a nadie y para muestra un botón: Pau Gasol (20 puntos) y Juan Carlos Navarro (15) jugaron los 13 primeros minutos sin descanso.
Con ese quinteto que todo aficionado español puede recitar ya de memoria, la anfitriona repitió la fórmula empleada ante Brasil: un arranque demoledor que casi destilaba la sensación de que se estaba jugando un partido de profesionales contra juveniles. Un parcial de 20-34 en el primer cuarto. La proyección de España a ese ritmo era rozar los 140 puntos. Inhumano.
El rival tampoco se jugaba nada porque su cuarto puesto en el Grupo A era inamovible, pero el carácter balcánico tampoco entiende de relajación y Kalinici se enzarzó con Rudy Fernández en un rebote. Serbia ganaba en ese momento (13-10) y la belicosidad de su alero fue el golpe en la espoleta que enfureció primero a la afición y, por extensón, al equipo español.
Ricky Rubio vertió la gasolina y dejó el mechero en manos de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, dos perfectos imitadores de Benjamin Button que parecen cumplir los años hacia atrás. Diez puntos por barba desbordaban al equipo de Sasha Djordjevic, quien se había declarado admirador del juego español durante el torneo y ‘disfrutaba’ desde la banda del juego de su rival.
El 79 por ciento en tiros de campo vivió una lógica rebaja en el segundo cuarto y Serbia se apuntó un parcial de 8-0 que le permitió volver a la batalla (33-41, min.17) de la mano de Milos Teodosic, el inolvidable verdugo español en el Mundial de Turquía. Un espejismo. Ricky Rubio se la pasó por debajo de las piernas a un perplejo Miroslav Raduljica y España pegaba otro acelerón a su antojo (9-0). Llegaba el esperado ‘alley oop’ con Rudy Fernández y la máxima renta al descanso (35-54).
RELAJACIÓN LÓGICA PENSANDO EN SENEGAL
Otra noche mágica en el Palacio de Deportes de Granada. Hasta triunfaba el amor durante el descanso con una petición de mano en la grada retransmitida por las pantallas. Y cómo decir que no en un ambiente así. Esta selección española bien merece una boda, debió de pensar la chica antes de dar el ‘sí quiero’ para deleite de más de 8.500 espectadores dispuestos a celebrar lo que fuera .
Serbia venía de remontarle 18 puntos a Brasil en un partido que finalmente perdió, pero esta vez la montaña se antojaba demasiado alta y, por si las moscas, Orenga volvió a sacar al quinteto titular al inicio de la segunda parte. El seleccionador ve a sus jugadores frescos y no tiene miedo de cargarles de minutos porque su tesis, que no se cansa de repetir, es ser competitivos siempre, durante cada segundo de cada partido.
Así que siguió creciendo la ventaja hasta una máxima de 25 (37-62, min.23), pero el exbaskonista Nemanja Bjelica (19 puntos) se empeñó en que su equipo dejará mejor imagen y llegara más entonado al duelo de octavos contra Grecia. Alguna frivolidad española con tanto viento a favor, como un tiro de tres de Serge Ibaka en contraataque que le costó el cambio inmediato, contribuyeron a la reacción serbia (64-74, min.34).
Otro espejismo. Orenga devolvió a pista a Pau Gasol y fin de la historia, aunque quedó tiempo para un feo epílogo con la expulsión de Djordjevic por sus histriónicas protestas y el encaramiento entre Bogdanovic y un Ricky Rubio que ya no se arruga ante nadie, todo un veterano a sus 23 años.
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