El Real Madrid se impuso al Athletic Club de Bilbao (0-3) gracias a una exhibición de Cristiano Ronaldo, autor de dos tantos este domingo, en una trigésimo primera jornada de Liga BBVA en la que los blancos se han despedido de San Mamés por la puerta grande, pasando página al mal sabor de boca que dejó la irregular actuación en tierras turcas pero que no impidió el pase a las semifinales de la Liga de Campeones.
Ronaldo no entiende de tradiciones. Apenas la gente se había acomodado cuando, en el primer minuto, hizo volar en vano a Gorka Iraizoz por primera vez. Luego repetiría. Mandó el balón a la escuadra con un libre directo. El balón tocó las mallas para provocar el silencio de un San Mamés al que se le nubló la vista. Se complicó ganar al Madrid en su última visita a San Mamés; el descenso se acercaba; Marcelo Bielsa echó cuentas para cambiar un planteamiento caduco a las primeras de cambio.
No estaban Gurpegui, Laporte, De Marcos ni Aduriz. Mientras, Andoni Iraola contemplaba la contienda desde la banqueta. El balón circulaba. Albiol y Pepe echaron el candado. Junto a Ramos y Marcelo, levantaron un muro para proteger a Diego López, que privó a Casillas de cerrar un ciclo en su cuna. Las sensaciones eran inmejorables. Sin embargo, comenzaron a planear los balones sobre el área blanca. Buscaban a Llorente, de nuevo titular ante la ausencia de Aritz Aduriz.
Fue el anuncio del aluvión. Los de Mourinho retrocedieron unos metros. El síntoma ocurrido frente al Fenerbache esta semana volvía a salir a la luz. Desapareció la motivación en un Madrid al que se le atragantaba la circulación. Llegaban Muniain, Ander Herrara, Ibai y Susaeta. Suyo fue el primer disparo con peligro a la meta de Diego López. Forzó la estirada del meta gallego. Los blancos lanzaron zarpazos intermitentes, con Di María o Khedira como protagonistas.
El ritmo e intensidad afloraron con mayor ímpetu al borde del descanso. En cinco minutos se condensaron idas y venidas a las dos áreas. Susaeta probó en un nuevo disparo interceptado por Xabi Alonso. Di María se encontró con el larguero. Ander Herrera sacó un potente disparo repelido por el guardameta del club capitalino. Ambos conjuntos corrían, se movían en bloque. Hicieron gala de derroche, intensidad. De espíritu inconformista.
CRISTIANO ENCUENTRA SU SITIO EN LA CATEDRAL
El pitido de Teixeira Vitienes levantó el telón para la segunda mitad. La historia no hubo mutado. Pausa no era el término adecuado. No aparecía en el diccionario. Así, Iraizoz blocó una doble embestida blanca. Primero a Marcelo y luego a Benzema. La Catedral rugía eufórica ante el espectáculo que arreciaba. Pundonor, el plato favorito de un estadio al que le quedan tres partidos para apagarse. Para poner fin a una historia que arrancó en 1913.
El segundo silencio que inundaría San Mamés tuvo el mismo protagonista. Xabi Alonso, de libre indirecto, intuyó el movimiento de Cristiano Ronaldo en el área. El balón voló hasta su cabeza, se elevó y la colocó junto a la madera (0-2). Se movieron de inmediato los banquillos. Doble cambio de Bielsa. Mourinho metería a Higuaín. El argentino se mostró certero al anotar su primera ocasión. También entró Morata, en lugar del bigoleador.
Las ocasiones se sucedieron a favor del cuadro blanco, ya dueño del partido. El Athletic siguió corriendo hasta quedar exhausto, mostrando respeto por su afición. De este modo, al igual que aquel 23 de junio de 1929 en que llegó por primera vez a San Mamés, el Real Madrid se despidió con los tres puntos en el bolsillo.
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