Las luces del vagón reflejadas en el cristal le tienen ensimismado.
Gabriel se deja besar por Carla mientras se aferra a su guitarra enfundada de negro. Apoyada en un bafle, ella se inclina sobre él con su vestido de gasa. El resto de pasajeros observa. Algunos, como Loreto, con los ojos cerrados. Otros desean ver el final. Pero Gabriel, con una camiseta heavy y elásticos, ya ha tomado una decisión y los reflejos de neón desaparecen en un nuevo túnel del trayecto.