La cuestión es bien sencilla. Hace una semana a mi hijo Jorge, nombre serio del niño que dio el nombre al pez del post anterior, le invitaron a un cumpleaños. Pero no era un cumpleaños cualquiera. Resulta que su amigo Guillermo es del Atlético y celebraba su séptimo cumpleaños en el Vicente Calderón.
Pues bien, Jorge no quería ir, señal de que su madridismo está por encima de ganchitos y coca-colas. Bueno, no quería ir hasta que pensó en cómo podía hacer para no renunciar a sus principios sin perderse la fiesta (de mayor político).
– Papá, me dijo, se me ha ocurrido una idea…
Mañana, cuando los jugadores del Atlético salten al campo, descubrirán sobre el césped una multitud de pequeños escudos del Real Madrid recortados y coloreados por una inocente mano enemiga.