Hace unos días tuve que impartir un curso intensivo de ética empresarial en un área en la que no suelo dar clase y que además se encuentra en una sede física distinta de la mía. Los alumnos no me conocían y empecé la sesión explicando que aunque iba sin corbata la llevaba en la cartera por si acaso. Insistí en que en aquella ocasión nadie me había dicho nada sobre el asunto de la vestimenta y por eso venía preparado para adaptarme a cualquiera de las opciones elegidas. Ante la mirada de incredulidad de la mayoría de los alumnos les pregunté si ellos no tenían esa opción en la intranet de la asignatura.
Antes de que respondieran, les expliqué con cierta convicción que en mi facultad los alumnos tenían la posibilidad de escoger cómo querían que fuera vestido el profesor. Les dije que la aplicación estaba en fase beta a la espera de perfeccionarse y que todavía las opciones de reducían a elegir si el profesor debía llevar corbata o no y, a lo sumo, algunas preferencias sobre el color de la misma.
Después de unas milésimas de segundo, varios de mis oyentes con gran naturalidad me dijeron que allí eso todavía no se había hecho pero que se imaginaban que si se hacía en mi sede se implementaría pronto en la suya. Sólo después de un minuto comentando algunos aspectos de este programa y ver que nadie se cuestionaba la veracidad de mi historia confesé que era broma. Todos se rieron pero admitieron habérselo creído. Entonces traté de explicarles que existe una obsesión por poder elegir todo en esta vida y que terminaría por traducirse en cosas tan inverosímiles como la que yo les había planteado. La manera en que ellos habían aceptado con total normalidad el asunto les diferenciaba de generaciones anteriores que sin dejar de ser inconformistas no necesitaban para ser felices tener la posibilidad de elegirlo todo hasta el más mínimo detalle.
Me gusta, hace pensar a las nuevas generaciones,. Acciones de este tipo creo son beneficiosas para fomentar una juventud crítica
Gracias por tu comentario, Juan Francisco. Es lo que trato de hacer como profesor cada vez que salto al ruedo de la clase. Un saludo.