Blanca tiene cinco años y hace unas semanas que siente la emoción de leer con soltura. Por fin se ha puesto al nivel de sus dos hermanos mayores.
«Mayor». Qué palabra tan bonita, piensa, y va corriendo a compartir su alegría con mamá, que en ese momento habla por teléfono. Se acerca a ella y para entretenerse hace un nuevo esfuerzo por leer lo que pone en la cajetilla de tabaco: «Fuuuumar pueeeedee matar». Alza la vista hacia su madre que fuma plácidamente. El mundo se le viene encima y rompe a llorar sin consuelo.
Mamá, que no se explica su cambio de humor repentino, cuelga el teléfono y le dice con voz suave mientras le abraza:
– «¿Qué te ha pasado cariño?».
Blanca contesta con un balbuceo ininteligible:
– No quiero ser mayor.
Es un microrrelato perfecto.