Los zapatos de Jaime son de cordones, de esos que tienen puntitos de adorno. Son granates. Entre Plaza de Castilla y Cuzco no ha dejado de cepillarse el traje con la mano. Debe tener una reunión muy importante. Luego, en el trayecto que va desde Cuzco a Santiago Bernabeu le ha dado tiempo de sacar su mini ordenador del maletín, encenderlo y comprobar que su Outlook no funciona. «Este programa no responde». Lo apaga, lo cierra, lo vuelve a guardar, todo en un tiempo récord. Cuando se baja del metro todos los que continuamos nuestro viaje suspiramos aliviados.