Ser madre

Hoy he vuelto a ver al hombre de la chaqueta gris. ¿Llevará todavía el peine? Esperaba en el andén pero al verme ha sonreído y ha dejado pasar el tren. ¡Qué raro! ¿Le conoceré de algo? En ese momento alguien me ha pisado sin querer. «Perdón», me dice una voz dulce. Es África. Tiene un piercing en el labio y viste unos bombachos decorados con amebas. Se sienta enfrente mientras yo sigo pensando en el hombre de la chaqueta gris. El flequillo cae sobre sus ojos y combina con sus botas negras de ante, de boxeador. Pero ella es dulce, como su voz, a pesar de las apariencias. Su piel es blanca y llena de pecas. Piensa en ser madre y se le ilumina la cara.