Hace unos días un amigo compartió conmigo el vídeo en el que la secretaria de prensa de la Casa Blanca despachaba de manera despectiva al periodista que le preguntaba cuál era el motivo por el que el presidente Biden, declarándose católico, favorecía el aborto, una práctica contraria a la doctrina de la Iglesia. El periodista ponía énfasis en esta cuestión porque el presidente de los EE.UU. está haciendo lo posible para revertir la decisión del Tribunal Supremo de su país de no bloquear “La Ley del Latido del Corazón”, una ley del Estado de Texas que prohíbe el aborto desde el momento en el que al bebé le late el corazón. Ya se ve que los tribunales supremos están bajo lupa en todos lados cuando no satisfacen a quienes ostentan el poder. Buena señal.
Decía la secretaria de prensa que el presidente Biden entiende que el aborto es un derecho de la mujer, se trata de su cuerpo y por tanto de su decisión. El periodista pregunta a continuación: “¿Quién se preocupa entonces del no nacido?”. La portavoz responde que “el presidente piensa que tomar esas decisiones depende únicamente de la mujer con el asesoramiento de su médico”. Ante la insistencia del periodista, ella le reprocha que él “nunca va a tener que tomar una decisión como esa porque no va a quedarse embarazado. Son las mujeres quienes se enfrentan a este tipo de decisiones con la dificultad que entrañan. El presidente cree que debe respetarse ese derecho”. El periodista sigue en sus trece y ella le corta diciendo que ya le ha dedicado demasiado tiempo. Su argumento, básico y con un claro tinte feminista, no se sostiene porque olvida que muchos de los seres humanos abortados son niñas, mujeres en potencia que no han podido decidir sobre su cuerpo, para ellas no es difícil enfrentarse a esa realidad, sino definitivo. La portavoz de Biden no tiene corazón.
Es verdad que el periodista tiene toda la pinta de ser de esos que lanza la pregunta a distancia e insistentemente, al estilo de los de deportes o del corazón, no al estilo colega de Ibai Llanos, pero la respuesta a una pregunta que se hace media humanidad no se puede despejar con una respuesta/tuit. Si no se sabe qué responder pues siempre puede uno decir algo lógico y hasta cierto punto comprensible, como que se debe respetar el trabajo de los jueces, que la cuestión del aborto es realmente compleja y supone siempre un drama. Que el presidente Biden es consciente de ello. Que por supuesto siempre está dispuesto a escuchar a todas las personas y asociaciones que quieran aportar, no necesariamente abortar, propuestas que traten de evitar el mayor número de dramas posible. E incluso podría terminar con un brindis al sol por el que todos alzaríamos nuestras copas: “Ojalá nadie tuviera que plantearse un dilema de tales proporciones”. Con este tipo de respuesta al menos no se pondría en evidencia y sobre todo no suplantaría la personalidad de Biden que es quien tiene que decir lo que piensa en realidad, para que le quede claro a su parroquia.
Sucede esto al mismo tiempo que el Ministerio de Igualdad español anuncia que incluirá como violencia machista la mala praxis en los partos. Imagino que se planteará lo mismo también en los abortos, lo que no se sabe muy bien es cómo se juzgará. ¿Se ha «ejecutado» de la manera más indolora posible?, ¿para la madre?, ¿para la víctima? Pero… ¿Quién es la víctima?, ¿quien va a vivir o quien va a morir? Quizá nos lo aclare el Tribunal Supremo, perdón, mejor la portavoz de Biden que… no tiene corazón. Menudo drama.
Ya se ve que la tensión entre el ejecutivo y el legislativo no es única de España, sin olvidar la Prensa que al menos parece tener más voz en eeuu
Así es Juan Francisco. Si te interesa el tema puedes seguirlo más de cerca en Aceprensa donde explican que hay una ley todavía más peligrosa para el aborto, en Misisipi, pendiente de la decisión del Tribunal Supremo. Este es el enlace: https://www.aceprensa.com/ciencia/aborto/el-caso-que-puede-acabar-con-la-sentencia-que-liberalizo-el-aborto-en-ee-uu/
Un saludo