Si el espíritu de Múnich se hubiera forjado en el césped de un estadio germano de fútbol otro gallo hubiera cantado cincuenta años después. Pero esto del “contubernio” se gestó en un encuentro que nada tuvo que ver con el deporte rey. Unos cuantos españoles salieron de España en 1962 para reunirse con otros tantos que se encontraban en el exilio. No se intercambiaron banderines ni cantaron himnos pero allí se definieron algunos de los pilares de lo que sería “la Transición”, luego alguna “jugada” hubo.
Alegatos emotivos aparte, Rubalcaba y Margallo hicieron en el memento al “contubernio” de Múnich, una nueva declaración de intenciones. Un anhelo de concordia que sonó un tanto hueco, como el torero que dribla al bicho en su cabeza pero en el coso huye a hurtadillas y deja pasar el tiempo ante las miradas de un decepcionado tendido.
Alfredo recuerda que a los del “contubernio” les llamaron traidores y antipatriotas. ¿Les suena? Ponía así la puntilla a distancia al toro Zapatero al que alguien indultó no por valor sino por pena. Margallo cita a Madariaga: “Estáis aquí los que conservando la tierra perdisteis la libertad y los que conservando la libertad perdisteis la tierra.. Desde hoy, juntos trabajaremos todos por la tierra y por la libertad”. El Ministro de Exteriores, con un importante papel en el desenredo de la imagen de España en el mundo, llamó a la unidad de partidos y de ciudadanos. Tocó el silbato pero no se sabe muy bien si el partido empieza o está acabado.
Esta mañana en la radio las Sorayas vuelven a pelearse en la cancha en donde realmente se juega el futuro de España. Atrás quedan los homenajes, atrás quedan los espíritus. Y atrás queda España.
Y no se trata de fútbol. El espíritu de Múnich – http://t.co/Hkqmwj1r