Ayer le concedieron el premio y no hace más que darle vueltas a la idea de si el fallo es justo o no. Conoce a Paula y cree que ella es realmente la que se merecía ganar. Aunque también es cierto que cuando a una le dan un premio es por algo ¿no? Mientras piensa en ello se maquilla y mira al espejo con un poco de disimulo, el suficiente para no provocar que los demás viajeros del vagón levanten la mirada de sus libros o periódicos.
Al salir del metro concluye su razonamiento: «Soy la mejor, está claro», y en ese mismo instante su zapato queda atrapado en una rejilla. Al tirar con fuerza el tacón se parte y comienzan a brotar lágrimas de sus ojos. No es justo.