Mencía piensa que no sirve para nada.
Acaba de sentarse en el vagón desesperada.
No hay trabajo, no hay dinero, no hay nada.
Ni siquiera Manuel le hace caso.
Si fuera útil para algo… algo a lo que poder aferrarse.
Saca de su bolso un abanico y comienza a agitarlo descontroladamente.
Jaime, sentado a su lado, cierra los ojos y disfruta del aire inesperado.
Acaba de sentarse en el vagón desesperada.
No hay trabajo, no hay dinero, no hay nada.
Ni siquiera Manuel le hace caso.
Si fuera útil para algo… algo a lo que poder aferrarse.
Saca de su bolso un abanico y comienza a agitarlo descontroladamente.
Jaime, sentado a su lado, cierra los ojos y disfruta del aire inesperado.
Es curioso como en los metros pensamos y suceden cosas importantes. Nos hacemos miserables atormentándonos, tal como Mencía o afectamos la vida de otra, como Jaime que salió beneficiado. Me encantan las historias de metro. Saludos
Sí, realmente es curioso, Extrajera. me alegro de que te gusten estas breves pero importantes (creo) historias del metro.Saludos también para ti.