A Marcos se le nota incómodo. No le gusta ir en metro al trabajo porque sabe lo que va a tardar en hacer el trayecto. En la moto, en cambio, cada día es distinto porque compite contra el reloj. Hace dos semanas le golpeó un coche y tiene el brazo en cabestrillo. No le hace ninguna gracia, menos mal que su tercer hijo por fin va a ser un varón.
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