Llamadas personales

Wolfgang es un armario. Desde que se ha sentado a mi lado voy inclinado. Tanto que hacer anotaciones en mi libro se me antoja ridículo. Viste un traje gris claro de raya diplomática y ha sacado unos papeles para ojearlos durante el trayecto. Yo también los ojeo. Es un listado de llamadas privadas. No me lo imagino, lo indica en la parte superior del primer folio.

Hace unos días su jefe le llamó al despacho. No es que estuvieran descontentos con él, pero habían empezado a hacer recortes y le tenía que llamar la atención por el volumen de llamadas personales realizadas desde su terminal del trabajo.

Desliza su mirada por la lista y con frecuencia señala con un rotulador rojo el mismo número. Al llegar su parada se ha levantado decidido. Por la noche formalizaría su relación con Claudia.