Exitosa despedida de 'PortAmérica' en la reivindicación del exquisito producto nacional
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Miles de personas cerraron ayer la primera y maravillosa edición de ‘PortAmérica', un festival cuyas sensaciones vividas le auguran un eterno futuro, gratificante para los miles de melómanos que por allí se pasaron durante estos tres días.
Si el jueves hubo una euforia autóctona con dos ídolos locales (Iván Ferreiro, Xoel López) y el viernes la historia tuvo un carácter universal (Kitty, Daisy & Lewis, Julieta Venegas, Love of Lesbian), lo de este sábado fue la representación del ‘tiki taca' español en el ámbito musical. Por mucho ‘indie' extranjero (en otros estilos pasa lo mismo) y grupo sobrevalorado que nos traigan de fuera con elogios gratuitos, la calidad del producto nacional nada tiene que envidiar a las propuestas foráneas. La simple contemplación de los ‘shows' realizados por Vetusta Morla, Corizonas, Depedro o Fuel Fandango sirvieron para reivindicar, sin pretensiones egocéntricas, esta condición a base de talento, infinito, y pasión, natural como la vida misma.
Obviando dos interesantes aperitivos como los coruñeses Combo Dinamo y los argentinos Onda Vaga, Jairo Zabala saludó al respetable, escaso sobre las nueve de la noche, para iniciar una hora de música sin fronteras, tan mediterránea como ‘tex mex' en su concepto, interpretando temas de los dos álbumes de Depedro. Bonito, bien bonito le quedó el concierto a la banda de este gran músico, culminado con un desatado ‘Comanche' en el que destacó la sorpresa del Indio (batería de Vetusta Morla) a la percusión. Tras el ‘show' de Jairo y compañía, esencia sonora de ‘PortAmérica' por este puente artístico entre los dos lados del Atlántico, llegó el turno de los mexicanos Zoé, artífices de un pop-rock espacial de atmósferas adecuadas para irse de viaje a la luna. Sonaron un poco saturados durante varios temas, pero dieron un recital potente, galáctico y directo a la yugular.
Pasadas las once y media de la noche, Porto do Molle era un hervidero de gente que tomaba posiciones para un tramo final vertiginoso. Con Javier Vielba excelso en su papel de ‘frontman' y un sentido colectivo sensacional, tan aplicable a su comportamiento humano como artístico sobre el escenario de Nigrán, los Corizonas agrandaron esa leyenda que crece a pasos agigantados desde que sacaron ‘The News Today', el principio de esa unión celebradísima entre Los Coronas y Arizona Baby. Rock, blues, country y folk de otro tiempo para olvidarse de toda las malas noticias que nos rodean. Únicos en su especie.
Después de estos fenómenos, culpables de uno de los mejores directos del festival, surgió el momento que todos esperaban, la irrupción en Porto do Molle de los tremendos Vetusta Morla. Los acordes de ‘Mapas' anunciaron el arranque de un concierto inolvidable para los primerizos en su materia, aunque falto de esa sensación mágica que suelen transmitir allá arriba de principio a fin. Un sonido deficiente y la falta de chispa, léase en términos de improvisación instrumental y vocal, fueron la tónica dominante hasta el ecuador de la esperada sesión. Luego, todo cambió y ‘El hombre del saco', ‘Sharabbey Road, ‘La cuadratura del círculo' o ‘Los días raros' dejaron un poso sublime, a altura de su poderío y constatado por un público que siempre funciona como perfecto e inconsciente termómetro de lo que sucede.
Aquello no se había acabado. Fuel Fandango, el dúo formado por Nita y Ale Acosta (acompañado en la batería de Carlos Sosa), continúo la fiesta con su personalísima mezcla de funk, soul, electrónica y flamenco. La camaleónica voz de esta bellísima cantante, un ángel vestido de azul, le otorgaba a la intensísima sección rítmica del proyecto una autenticidad ejemplificada con ‘Shiny Soul', el ‘hit' de su primer y único álbum homónimo. Finalizada la orgía sonora de los Fuel Fandango, los DJ's de la Fábrica de Chocolate alargaron hasta la extenuación un placer que ya se echa de menos, como a las cosas que más quieres. Una apuesta valiente. Un éxito rotundo.
Publicado el 22 de julio de 2012 a las 17:00.