Un Vetusto eufórico en el húmedo caos de Vallecas (visita a 'Musicland' en la noche del viernes 27)
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Lo de Vetusta Morla no tiene nombre. Se están acabando los calificativos y las consideraciones para esta enorme banda madrileña, cuyos conciertos se convierten en auténticas pruebas de superación personal, ejercicios íntimos de placer corporal y puro enriquecimiento artístico para quienes acuden a su llamada. Ya van unas cuántas veces viéndoles en directo y la mejoría es extraordinaria, tanto a nivel instrumental como en la capacidad grupal para no repetirse, reinventarse y manejar los latidos sonoros, aunque las luces se vuelvan locas tras el diluvio universal que cayó este viernes sobre ‘Musicland'. Ojalá no suceda lo mismo a lo largo del presente sábado para deleite de los más electrónicos, cuya principal referencia horaria será la de Carl Cox (18:00 horas).
El chaparrón deslució el estreno, la primera jornada de un festival que suspendió en su organización y sentido común a la hora de facilitar el disfrute ciudadano. No es sencillo coordinar un evento de estas características y menos al aire libre, con la posibilidad de que el mal tiempo fastidie la electricidad necesaria para el correcto desarrollo de las previsiones. Sin embargo, la falta de orden en las taquillas, las colas en el acceso al ‘espacio indie' donde El Columpio Asesino trataba de calentar el ambiente, la exagerada separación de espacios en aquella zona dependiendo del tipo de entrada comprada o la paciencia necesaria para comprarse una cerveza irritaron a un público que por el simple y enorme hecho de pagar merece ciertos servicios para un mayor bienestar. Aquel plástico azul lleno de charcos congelaba los pies y sólo el entusiasmo social por la música permite que estas cosas se conviertan en anécdotas, aunque no deberían caer en el olvido.
Más que ‘Musicland', aquello debía llamarse ‘Tierra de Vallecas' porque en plena Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano y con la atmósfera existente uno tenía la sensación de estar en el mejor pueblo de Madrid, más que en una cita repleta de ‘glamour'. Compaginar indie, electrónica y hip-hop no suele ser muy habitual entre los melómanos, aunque quien escribe consiga hacerlo y le encuentre gracia. Quizá me equivoque, pero no veo al fan de Vetusta gozando de igual manera con el ‘flow' de Violadores del Verso o sintiendo los ‘beats' de Pendulum en el único escenario tapado del festival. Al final, allí había pequeñas sectas musicales que habían pagado su entrada para ver la selección temática ofrecida en cada estilo. Una buena manera de hacer caja (estas historias jamás serán altruistas) y permitir, de este modo, atraer a gente distinta para una misma causa: pasarlo en grande.
Pasada la medianoche, la viciosa lírica de Violadores del Verso, dioses nacionales en esto de hacer rimas imposibles, abarrotaba el ‘escenario hip-hop' y un poco más lejos había menos personal para contemplar las contundentes melodías de Pendulum. Ante su ‘set', los watios eran tan exagerados que no se podía hablar al oído. A esa hora, cientos de personas abandonaban el recinto de ‘pop-indie' tras haber asistido a una nueva exhibición de Vetusta Morla. Pucho y sus compañeros derrocharon clase, energía y la sensación de que pueden superar el entorno meteorológico u organizativo más desapacible para firmar un gran ‘bolo'. Ese sello tan propio que han creado sigue creciendo, ya suenan a rock de estadio por su gigantesca puesta en escena y sólo nuestros prejuicios o la eterna manía de valorar más todo lo que llega desde fuera impiden que sean más grandes.
Publicado el 28 de abril de 2012 a las 14:45.