El 19 de noviembre de 2008 a media mañana sonaba comenzaba una aventura maravillosa cuyo punto y final se escribe ahora mismo, al ritmo de unos Alabama Shakes que tocaron el cielo hace bien poco en Paredes de Coura.

Por mucho que lo intente, sería imposible definir con exactitud todo lo que ha significado para mí este blog. ‘Melómanos' nació como una de actividad laboral importante dentro de las múltiples tareas que por aquel entonces desempeñaba en Gente Digital, la web del semanario Gente. Era el fruto de un infinita pasión personal y un experimento profesional que superó las expectativas más positivas.

Como si se una bendición se tratase, ‘Melómanos' me ha permitido compartir todo tipo de emociones mediante canciones, grupos y artistas que elaboran este elixir sin el cuál mucho no podemos vivir, este alimento fundamental en nuestro día a día. No hay nada como vaciarte así y más aún llegar a quien lee, siente o escucha lo que comentas. Es una sensación única, adictiva. Gracias a todos los que habéis estado ahí. Os llevo muy dentro.

Melómanos' me ha permitido conocer a muchísimos músicos y con muchos de ellos he establecido un vínculo sentimental incalculable. Enumerarlos sería una locura. Situar a uno delante de otro, injusto. Muy injusto. Gracias a todos por vuestra colaboración, presencia, dedicación y talento. Canciones, discos, conciertos o entrevistas han dado forma a artículos donde las letras hacían el amor con los sonidos porque nunca comprendí otro lenguaje que el de difundir todo aquello que tocaba el corazón.

Antes de acabar, quería enviar un saludo muy especial a todas las personas que, periodistas y empleados del ámbito musical en sus distintas vertientes, configuran este trabajo, inigualable por todo el disfrute que provoca. Por mucho desprecio institucional, incomprensión social o dificultades económicas que existan en el mundo de la música, nuestras melodías favoritas nunca se apagarán. La lucha colectiva perdura.  

Lo he dicho bastante últimamente. La vida ha dado muchas vueltas. Aquel joven que soñaba con ser un locutor radiofónico ‘pinchando' música cuando todo el mundo se levantaba disfruta y se dedica ahora a comunicar entre aviones. Todo un descubrimiento. Eso sí, siempre habrá posibles colaboraciones o puertas abiertas para seguir unido a la música. Mientras tanto, sonrían y canten. 

Han pasado 39 días desde la última publicación. Toda una vida desde que When Nalda Became Punk sedujo a este melómano con su primer álbum ‘A Farewell To Youth'. Uno suele escuchar tanta música y siente tantas emociones producidas por su escucha que observa aquellos días como un tiempo prehistórico, muy lejano. Diversos sucesos personales han hecho que faltasen novedades por aquí en todo este tiempo. Ha sido un reciclaje obligatorio, aunque quizá necesario por el fogoso deseo que surge ahora.

El deseo de contar que David Fonseca demostró a finales de abril en la Joy Eslava que es un artista total, un orgullo para Portugal. Fue una sorpresa gratísima, ya que manejó con su banda el directo de un modo abrumador. El deseo de rememorar un nuevo encuentro con Jamie Cullum, que vino a la sala But para adelantar canciones de ‘Momentum' y regalar clásicos del hombre que ha convertido el jazz en un asunto popular durante el siglo XXI. No he visto a nadie tan impactante sobre un escenario por cómo canta, toca y transmite su pasión, el talento que lleva dentro. Ver a todo el gentío saltar al unísono coreando ‘Mixtape' será una imagen que me llevaré a la tumba tras alcanzar los 100 años. Otra bien podría ser la noche de baile que tuvimos hace algunas semanas en el ‘Wah Wah Club', un club valenciano donde ‘pinchan' un sinfín de temazos con mucho estilo.

El deseo de explicar cómo DePedro y Quique González estuvieron ante estos ojos durante el mismo fin de semana. Jairo presentó con su banda ‘La increíble historia de un hombre bueno' en el lugar donde todavía estaban los ecos de Cullum. Firmó un espectáculo sobresaliente para constatar una trayectoria coherente con el pasado y comprometida a nivel social. Otro de los mejores letristas y músicos de este país estaba llenando a la misma hora La Riviera, donde un día más tarde volvió a abarrotar el recinto. Probablemente, haya sido uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida. Sonaron piezas de ‘Delantera mítica', su última maravilla, y de la prolífica discografía que le acompaña. Cantó y tocó de lujo con una banda magnífica en dos horas de vértigo, aclamadas por un público ardiente. 

La vida da muchas vueltas. Obviamente hay instantes buenos y otros malos, pero la positividad y la energía es precisa para plantar batalla. La música mencionada ha configurado la banda sonora de quien escribe en las últimas fechas. Ojalá compartamos más discazos y temazos muy pronto. Nuestra salud lo agradecerá. 

En esta sociedad actual de talentos desaprovechados e inversiones vacías, el fomento de los proyectos nacidos con talento desde el máximo cariño debería ser uno de nuestros mandamientos. En el ámbito cultural, ignorado desde hace tiempo por las autoridades y convertido en un bien gratuito por la despreocupación social de la gente, el fomento de estos proyectos es todavía más necesario. Aquí se encuentran pequeñas islas como When Nalda Became Punk, un sueño musical de tres seres humanos (Elena, Antonio, Roberto) dispuestos a compartir sus canciones con quien así lo desee desde una timidez escénica que complementa la cálida nostalgia de ‘A farewell to youth', un viaje discográfico de pequeñas pretensiones y composiciones pegadizas como ‘When It'll come'.  

Ahora mismo, se encuentran en plena rampa mediática de lanzamiento (este verano cruzarán nuestras fronteras para actuar en el ‘Indietracks') y estuvieron recientemente en la sala Fotomatón de Madrid para agradar a un reducido grupo de caras conocidas dispuestas a compartir con ellos semejante momento. Su nombre desvela pistas sobre la concepción estilística de la banda, pero pop, rock y electrónica también forman parte de un camino conceptual claramente marcado. Elena lleva las riendas del cotarro, sin sobresaltos líricos, mientras Antonio juega con su teclado y Roberto puntea las melodías. Como coristas, aportan texturas susurrantes. Fue una noche bonita, divertida, marcada por una familiaridad que si no existiese de antemano acabaría con una mirada perdida, fugaz, sosegada.      

A lo lejos, cuando bajaba la Corredera Baja de San Pablo, se intuía el gentío en la puerta del Teatro Lara. Normal. Había muchas ganas de ver en acción a James Hunter con su banda de siempre. Como suele suceder en demasiadas ocasiones, hubo que esperar un buen rato para acceder al recinto y sentir las excitantes vibraciones de este músico británico junto a su banda, pero nos hemos acostumbrado tanto a estas circunstancias que, sobre todo siendo viernes, éstas pasan casi desapercibidas. Mientras esperábamos en el exterior, el gran protagonista de la noche apareció por la puerta, como si fuese un pulpo en un garaje mientras el típico melómano le decía que no se preocupase por el tiempo, ya que llevábamos ya bastante (no sólo en aquel 12 de abril) esperándole por Madrid. Agradecido, se marchó para dentro y procedió a la metamorfosis clásica de quien abajo parece un ser anónimo, pero arriba se comporta como un iluminado divino.

En un entorno precioso, aunque dotado de cadenas en forma de butacas para evitar el contorneo pélvico, Hunter respondió a las expectativas de quienes entienden de esto y de quienes, sin saberlo, aprecian el trabajo artístico de un verdadero ‘showman', una voz personalísima, un guitarrista incandescente y rodeado de instrumentistas fabulosos que generaron una dinámica ensoñadora. Porque escuchar y ver cómo ‘The James Hunter Six' presentaron los temas de ‘Minute by Minute', además de otras composiciones de este inglés risueño, invita a viajar a otra época, aquella en la que el soul, el R&B y el rock levantaban el ánimo desde una postura enérgicamente romántica. Las canciones se deslizaron ante nuestro ojos y por nuestros oídos como sonrisas perennes entre aplausos enrojecidos. El teatro estaba hasta arriba, consciente de la oportunidad, del regalo sonoro que ridiculiza tanta baratija pop digerida por el inconsciente diario. Ese falsete agudo y el movimiento corporal de Hunter superan cualquier revolución tecnológica.

Si estuviese en la clásica fiesta americana de fin de curso en el instituto con mi copa de ponche en la mano, echaría el resto para sacar a bailar al clásico amor platónico cuando James Hunter entonase ‘Minute by minute'. Probablemente todo esto suene muy cursi, pero hay pocas cosas tan sexuales, sensuales y gratificantes desde una óptica tan rítmica como vocal como este cincuentón británico. La mejor manera de verificar tanto disfrute auditivo tendrá lugar este viernes 12 de abril con su concierto en el Teatro Lara (Madrid, 22:00 euros, 20-22 euros), incluido en el ciclo ‘Pequeños grandes momentos 1906'.

Van Morrison puede equivocarse de gusto textil o gastronómico, pero musicalmente resulta imposible. El ‘León de Belfast' ha sido uno de los grandes impulsores mediáticos en la trayectoria de este cantante, guitarrista y compositor que vendrá a la capital de España para presentar su trabajo discográfico más reciente ‘Minute by minute' (2013), un lujo sonoro creado junto a los músicos (se hacen llamar ‘The James Hunter Six') que le han acompañado durante estas dos últimas décadas. Este álbum llega tras el fabuloso ‘The Hard Way' (2008), un disco de referencia para entender la importancia de Hunter en el soul, el R&B y el rock añejo de los 50 desde que acabó el pasado siglo hasta el actual.

Aretha Franklin, Etta James o Morrison han admirado el trabajo de un artista que recuerda a gente tan incomparable como Sam Cooke y Jackie Wilson. También se pasará por Santiago este sábado 13. Si preguntas en la calle por él, quizá te miren raro. Al escucharle, se les iluminará el rostro. 

Últimamente, cada regreso a Vigo incluye un conciertazo. Acudía Rebeca Rods, viguesa de nacimiento y madrileña de adopción con sus diferentes proyectos profesionales entre los que destaca ese coro maravilloso llamado Black Light Gospel Choir, a su tierra para saborear sus raíces con una cita apasionante el pasado 30-M en el ya mítico Xancarajazz. Junto a ella, su banda y algunas sorpresas.

Soul y rock eran los dos lenguajes artísticos previstos entre múltiples versiones, pero al final uno tuvo la impresión de, exhausto, haber asistido a una boda musical donde los recuerdos a Aretha Franklin o AC/DC venían a decir lo mismo: mucho talento sobre el escenario y una progresiva sesión sudorípara un paso más abajo. Allí estaba una vocalista excepcional con buenos instrumentistas a su alrededor (Gabriel Peso, Adolfo Fh, Max A Secas, Paco Dicenta) e invitados (Noe Álvarez, Woyza, Mario Richards, Fran Vázquez, Belize Sunset, Diana Tarin, Fabián y Manu de Los Cacikes) dispuestos a darle una tonalidad tan familiar como ecléctica a la noche.

Independientemente de la admiración profesional y la empatía personal que uno sienta por esta residente vallecana, Rebeca Rods transmite en vivo esas cosas que se sienten cuando estás ante algo grande, mágico, desbordante. ‘Heavy' por dentro, romántica por fuera. Cuando sepas de su presencia, acércate. Te renovará por dentro.

Era una noche de grandes propuestas musicales con Mumford &Sons en Vistalegre o Jane Joyd en El Sol, pero quienes amamos el soul y valoramos en su justa medida el peso de la historia teníamos una cita madrileña con The Impressions en la Joy Eslava. Grupo legendario donde los haya en esta música que llega hasta lo profundo de tu ser por su feliz sensualidad y tantas armonías pasionales, el trío norteamericano (Sam Gooden, Fred Cash, Reggie Torian) deslumbró durante poco más de una hora con The Pepper Rots como sólido hilo instrumental. A ellos se unió el hijo de Cash, maestro de ceremonias.

Con unas sonrisas eternas y la entrega de quienes gozan con lo que hacen, los componentes de la banda en la que se hizo mito Curtis Mayfield recordaron esos grandes ‘hits' que rondan el medio siglo de vida. Simpáticos hasta la extenuación, entusiasmaron a un público no excesivamente numeroso, aunque sí caliente y contagiado desde el primer minuto por las fieras escénicas. Joan Vergés, batería de una de las mejores bandas de soul a nivel nacional, observaba con la admiración infantil a los que serán sus vocalistas durante dos noches consecutivas y marcaba el ritmo de la sesión. Fue un sueño corto, pero con los diez primeros minutos nos habríamos ido tan contentos para casa. Hicieron que me olvidase de todo mientras tocaba el techo.

Jane Joyd se subirá este jueves al escenario de la sala El Sol, un recinto idóneo por el eclecticismo musical que oferta, para presentar el segundo EP de su trayectoria con este nombre (‘Shy Little Jane Presents: so lost in this bleak winter landscape'), una continuación conceptual y estilística del debut en idéntico formato (Shy Litlle Jane Presents: The Dramatic Tale of Her Animals') tras aquellos cuatro temas que sorprendieron a tanta gente hasta ganar el Proyecto Demo del FIB.

Detrás de este ‘alter ego' se encuentra la cantante, compositora e instrumentista coruñesa Elba Hernández, quien estará bien arropada en El Sol por una tremenda banda en la que se estrenará Tamara Rodríguez al chelo. Cabe recordar que Jane Joyd está en plena gira española con la intención de mostrar estos cinco temas nuevos (amén de los anteriores), que suponen un viaje por la soledad invernal, la intimidad más friolera.

Así, Elba continúa experimentando con un poso electrónico visible y diversos cambios de ritmo en los que predomina una voz maravillosa. Esa voz que ella definió hace algún tiempo como su arma para construir melodías y llevarlas por diferentes caminos hasta descubrir a dónde pueden llegar. Es muy difícil encontrar una propuesta semejante a la de Jane Joyd en forma y fondo a nivel nacional. Por esto, los claroscuros iluminarán el silencio en la segunda noche de Primavera.

Más de medio siglo de soul contempla a The Impressions como uno de los grupos más grandes de este género y quienes asistan este jueves a la sala Joy Eslava (20:30 horas, 22 euros) de Madrid tendrán el privilegio de contemplarles en vivo. El trío vocal formado por Sam Gooden, Fred Cash y Reggie Torian constatarán una vez más, al igual que hicieron en 2012 durante su primera visita a España, el poderío artístico de la banda en la que estuvo el insigne Curtis Mayfield hasta que 1970 emprendió su camino en solitario. A su paso compuso temazos como ‘Gypsy Woman', ‘People get ready', ‘It's allright' o ‘We're a winner', frescuras sonoras con un trasfondo social muy marcado en su lucha por los derechos civiles.

Según el bueno de Cash, lo que The Temptations hacía con cinco vocalistas ellos lo conseguían con tres y el grupo que nació en Chattanooga (Tennessee) como The Roosters (principios de los 50) para luego trasladarse a Chicago con The Impressions como nuevo nombre musical hará las delicias de los ‘souleros' madrileños para conquistar sus almas. Como banda de acompañamiento tendremos a The Pepper Pots, el colectivo gerundense nacido en 2002 y cuya propuesta ‘vintage' suena de vicio para completar un espectáculo incluido dentro del Black Music Festival, que se repetirá el viernes 22 en Girona.

Jamie Cullum, uno de los artistas más grandes de este siglo a sus escasos 32 años, actuará el próximo 30 de abril en la sala But de Madrid para presentar un nuevo trabajo discográfico llamado ‘Momentum' y que estará a disposición del respetable desde el 20 de mayo.

El cantante, compositor y multiinstrumentista británico se ha convertido en uno de los tíos más eclécticos de la música moderna, partiendo del jazz más clásico para alcanzar un pop electrónico sumamente atractivo. Cuatro años después de ‘The Pursuit' (2009), sus seguidores pueden celebrar este nuevo material.

Por ahora, disponemos de un primer single, ‘Love for sale', en el que se atreve a versionar el clásico de Cole Porter con la producción de Dan The Automator y la colaboración vocal del rapero Roots Manuva. Las entradas para el espectáculo de Madrid cuestan 30 euros, un precio más que asequible para ver al pequeño genio.