El 31 de enero de 2013, José Antonio Fernández, reconocido hostelero de Torrejón de Ardoz, llegó a la presidencia de UNICEM. Sólo tres días después, y tras varios desencuentros debido a diferencias insalvables en la manera de entender la gestión de la asociación, el recién elegido presidente decidió el despido del hasta entonces secretario general, alegando "pérdida de confianza".
gentedigital
20/12/2013 - 15:28
El 31 de enero de 2013, José Antonio Fernández, reconocido hostelero de de Ardoz, llegó a la presidencia de UNICEM. Sólo tres días después, y tras varios desencuentros graves debido a diferencias insalvables en la manera de entender la gestión de la asociación, el recién elegido presidente decidió el despido del, hasta entonces, secretario general, alegando "pérdida de confianza".
"UNICEM lleva varios años viviendo una delicada situación económico-financiera que ha desembocado en el impago de las deudas que mantiene con diversos proveedores y colaboradores" asegura Carlos Amor. Tras serle comunicado el despido, y de acuerdo con el contrato que le vinculaba a la patronal torrejonera, Amor continuó ocupando su puesto de secretario general por un período de tres meses. Durante ese tiempo "José Antonio Fernández intentó en diferentes ocasiones humillarme y menospreciarme delante de empleados de UNICEM, asociados y proveedores", señala el ex secretario general.
Cuando en mayo UNICEM tenía que hacerle efectivo el finiquito, la organización empresarial se comprometió por escrito, con Carlos Amor, a aplazar el pago seis meses, alegando problemas de tesorería, "un compromiso que nunca cumplió", alega el afectado. Y va a más. "UNICEM, no sólo no me ha pagado lo que me debe por mi trabajo, sino que, ni siquiera, han tenido la decencia de presentarse al acto de conciliación señalado para el 17 de diciembre en el SMAC (Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación de la Comunidad de Madrid ). Ningún representante de UNICEM se presentó en el acto de conciliación, hecho éste que, en palabras del ex-Secretario General, Carlos Amor: "significa una falta de respeto personal y profesional, indigna de una organización empresarial con más de 35 años de historia, socia fundadora de CEIM y que, hasta no hace mucho, era un referente para los empresarios del Este de la Comunidad de Madrid".
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