El Ayuntamiento de Rivas dotará mañana con el nombre de Marcos Ana a la sala polivalente del centro cultural García Lorca, en recuerdo del poeta antifranquista fallecido el pasado 24 de noviembre en Madrid, con 96 años, ha informado el Ayuntamiento en un comunicado.
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Agencias
18/4/2017 - 09:43
Fernando Macarro Castillo, identidad del poeta, que formó su alias utilizando los nombres de pila de su padre y su madre, permaneció 23 años continuados en cárceles de la dictadura.
La inauguración de una placa conmemorativa que identifica el espacio comienza a las 19.00 horas, y cuenta con las intervenciones de la periodista Nativel Preciado, del cantautor Luis Pastor, de Osman Vega, editor de la obra de Marcos Ana, y del ex eurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer, amigo personal del poeta, que acude en representación de la familia.
La Asociación de ex Presos Políticos, con la actriz Mireia Clemente, el alcalde del municipio, Pedro del Cura, y el concejal de Cultura, José Alfaro, completan el resto de intervenciones.
Asimismo está prevista la interpretación a la guitarra de algunos sus poemas, y un recital de versos por parte de representantes de las tres asociaciones de escritores Rivas.
MEDIA VIDA EN PRISIÓN
Marcos Ana, natural de Alconada, Salamanca, plasmó en su trova que su vida se podía resumir en dos imágenes: "Un patio y un trocito de cielo donde a veces pasan una nube perdida y algún pájaro huyendo de sus alas".
La dictadura le condenó a muerte en un juicio militar sumarísimo, pena conmutada después por años de presidio: 23 en total, recluido en su mayor parte en el penal de Burgos. En esta prisión franquista buscó consuelo en la palabra escrita.
A escondidas fijó versos en papeles de cigarrillos que después entubaba en envases de pasta de dientes y lograba que así salieran de prisión.
Así volaron sus versos al extranjero y, con ayuda del Partido Comunista de España (PCE), donde militaba, llenó libros que se vendían con éxito en Francia y en América Latina.
De este modo, Marcos Ana se convirtió en un referente intelectual y en un símbolo de resistencia fuera de España. En su país, en cambio, sufrió el ostracismo y la falta del reconocimiento institucional.
Hasta el final de su vida continuó su trayectoria activista: con jóvenes, narrando su vida en colegios e institutos, o en manifestaciones contra los recortes en sanidad y educación o por los derechos humanos. La última, contra el TTIP, en octubre de 2017, un mes antes de fallecer.
Ahora, la Sala Marcos Ana, que acoge citas culturales, sociales y políticas de la ciudad, contribuye a fijar el recuerdo de su vida y de su obra entre la población ripense.
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