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OPINIÓN

El tío que nunca tuve

Archivado en: Paul Newman, opinión

gentedigital.es/Marcos Blanco
27/9/2008 - 21:39

Cuando aparecían esos primeros planos con su rostro duro, de mirada analítica y músculos pétreos, daba la sensación de que te ibas a llevar una bronca de campeonato. Como si hubieses llegado tarde a casa o las manchas del pantalón no pudiesen lavarse con detergente. Si, ya sé, que Paul nunca ha hecho de mamá, pero ha sido una de los pocos actores capaces de traspasar la pantalla, ya fuese pequeña o grande, como si te estuviese diciendo, al verte sentado y ensimismado, eso de "¿Qué estás mirando?", sin que sepas de qué te está hablando. Ni él tampoco. Después, te daría una palmadita en la espalda y te cuidaría a su manera, como hacía con Tom Cruise en 'El Color del Dinero'.

Con las mujeres, era el número uno. Como las encandilaba. Una frasecita por aquí, trajes impolutos por allá. Para Newman, el lenguaje era su segunda arma porque antes estaban los gestos, la comunicación azul de sus luceros, fáciles de distinguir aunque llevase sombrero, se pusiese bigote o la caracterización quitase claridad a sus rasgos faciales. El cine le ha dado la vida y también puede habérsela quitado. Fumador empedernido, ya sabemos que los filmes, ni los rodajes, son, precisamente, escenarios ideales para separarse de la nicotina.

Mayores, medianos y pequeños, en cuanto a edad se refiere, saben quién es Paul Newnman, quién ha sido durante los últimos cincuenta años y el pedacito que le corresponde en el diccionario universal del séptimo arte. Todavía recuerdo como si fuese ayer cómo le decía a Forrest Whitaker, insultantemente feliz tras haberle vencido al billar en aquella obra cinematográfica tan exquisita, después de haber enchufado bolas espectaculares, levantado la cabeza desde la silla de forma repentina, aquello de... "!Hazlo otra vez!" Sólo espero que todas las cadenas de televisión repongan tu filmografía, que la humanidad te lleve en sus oraciones, como lo haré yo. No habrá nadie como tú, Paul. Perdón por la confianza, señor Newman.

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