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GIRA ESPAÑOLA DE 'SALDREMOS A LA LLUVIA'

Manolo detuvo el tiempo

Se obró el milagro. Con su música, el gran 'trovador' paró el reloj. Lo hizo en el Palacio de Deportes de Madrid, con un tramo final de rock apabullante, poesías en movimiento y una energía sobrenatural. Subió a las gradas, se tiró a la piscina...

Archivado en: Manolo García, Saldremos a la luvia

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Manolo García en el Palacio de los Deportes (Madrid)

Manolo García en el Palacio de los Deportes (Madrid)

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gentedigital.es/Marcos Blanco
26/9/2008 - 09:04

"Ha estado genial... ¡Es un máquina!". Este era el sentir colectivo al abandonar el Palacio de Deportes de Madrid. Dos grupos se dedicaban el uno al otro los versos de 'Insurrección', mientras trato de volver a la calma tras dos horas y cuarto de linda tempestad. Sí, todos somos conscientes de que hemos acudido a uno de esos conciertos que tendrá un hueco privilegiado en nuestra memoria. Una batallita infalible para cuando seamos abueletes.

Manolo y su banda salieron con veinte minutos de retraso ¿Hay algo más español, más castizo, que 15.000 personas coreando '¡Manolo, Manolo! sin parar antes de la fiesta? Telas coloridas sobre las estructuras del escenario y 'gatos chinos' levantando su brazo derecho rodeaban al señor García. Nueve músicos alucinantes (entre ellos, el cretense Stelios Petrakis a la lira), dos bailarinas y miles de coristas casuales participaron en esta noche memorable. El vestuario casual del poeta respondía a sus hábitos. Vaqueros, camiseta negras y sudadera con capucha.

Poco a poco, fue desgranando las canciones de 'Saldremos a la lluvia', con obsequios de por medio: 'Bailarás como un indio', correspondiente a su época con El Último de la Fila, y 'Malva', de aquel disco llamado 'Para que no se duerman mis sentidos'. 'Morder el polvo' o 'Provincia de Río Negro' fueron algunos de los ocho temas pertenecientes a su última obra que fueron exhibidos en directo. Había publico de todas partes, de Fuerteventura, Melilla, Cuenca, Albacete... "Con permiso de los madrileños, hoy todos somos madrileños", afirmaba Manolo. "Paso al loco de la calle, paso al ansia de vivir". Pasa, García, pasa, con esas palabras que fluyen sin control, de apariencia inconexa, pero con un extraordinario sentido al reunirlas. Como un gracioso rompecabezas.

'Me he sentado a esperar' supo a melancolía, a grata costumbre infravalorada. Dejémonos de tonterías, de hipocresía baratas. Si no hay motores, tenemos velas, ¿no? 'Saldremos a la lluvia', un verdadero grito dedicado a la naturaleza, al mar, al viento, nos dispuso hacia el horizonte. Manolo corría de aquí para allá, tensando su esternocleidomastoideo, con esos movimientos de caderas tan particulares y agitaba a las masas desde el borde del abismo. Dios mío, se acercó a nosotros subido a las primeras vallas durante 'No estés triste', el último gran himno del señor García. ¿Crees que existen motivos?

"Qué pena no ser ave de paso, ni derrota de carta marina" advertía la llegada de 'Una tarde de Sol' y la luminosidad de una recta final explosiva. Los ritmos africanos y orientales, característicos de este álbum tan reciente, se abrazaron durante el concierto a la vertiente flamenco-rumbera del artista. Todo este caudal discurría por meandros pop-rockeros hasta que apareció la faceta más guitarrera, eléctrica claro.

SUBIÓ A LAS GRADAS Y SE TIRÓ A LA PISCINA

"¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesite?". El comienzo de 'Insurrección' desató el delirio. Enloquecido, escaló parte del escenario, mientras su banda afilaba las cuerdas. Lo mejor estaba por llegar. Continuó acelerando los corazones al ritmo de 'San Fernando, un ratito a pie y otro caminando', recorriendo las gradas, soportando las efusivas muestras de cariño, cantando entre el gentío y utilizando las pasarelas como pista personal de baile. "Si el mundo fuese cartulina, prefiero el trapecio para verlas venir en movimiento", aullábamos todos después de intimar con la 'Rosa de Alejandría'. Su inevitable mensaje ecologista, apostando por las energías renovables introdujo 'Vendrán días', antes de que construyésemos 'Pájaros de barro', echándolos a volar, de que fuesemos 'Levedad' con otro rock&roll apabullante. El señor García se tiró a la piscina humana. Quiso repetir. Menuda máquina.

"Una vez más se ha producido el milagro. La música ha hecho que el tiempo se detenga", aseguro durante los agradecimientos, antes de presentar a su banda. ¿Una ranchera? ¡Pues dale! 'Que seas feliz', y la demostración vocal propia de un cantante de ópera. El Palacio de Deportes de Madrid quería más. Manolo dijo eso de "Id y mulitplicaos. Disfrutad de la vida, joder, que son cuatro días". A sus órdenes, señor García.

 

 

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