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No te enfades, Javier

Bardem es uno de nuestros orgullos nacionales, pero tiene una mosca detrás de la oreja. Querido Javier, ¿Por qué no confiesas quienes te están poniendo la pierna encima?  Su calidad interpretativa es indudable. Sin embargo, últimamente pone demasiados morritos a los medios.

Archivado en: cine, Bardem, opinión

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Javier Bardem

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gentedigital.es/Jorge Carral
19/9/2008 - 18:26

La envidia siempre ha sido un deporte nacional de masas en España. En lugar de emocionarnos por los éxitos emocionales de un ser humano que destaque debido a su faceta profesional más allá de nuestras fronteras, existe un 'rintintín', un 'no sé qué, qué sé yo' bastante habitual a la hora de juzgar el comportamiento personal del personaje en cuestión, sobre todo argumentando el famoso 'a mí me parece', 'me han comentado que' y demás juicios insanos.

En mi ámbito de accción, jamás he escuchado a nadie dudar de la calidad interpretativa de Bardem (¿Alguien osaría hacerlo?), pero sí criticar su creciente seriedad cuando aparece en los medios de comunicación, durante las rueda de prensa y en esos actos oficiales donde antes sonreía, sin regatear bromas bohemias. Quizá le acosen demasiado o su relación sentimental con Penélope Cruz haya hecho que los parapazzi no le dejen tranquilo. Sin embargo, don Javier pretende separar el interés mediático provocado por su presencia de esos excelentes trabajos interpretativos. Respetable, aunque podría pedirle consejos a sus amigos hollywoodienses para comprobar cómo las formas pueden mantenerse sin que se metan hasta tu cocina.

Bardem parece un tipo claro y le agradeceríamos que concretase quienes se meten con él para no meternos a todos en el mismo saco. Un hombre que es capaz de convertirse en Santa (Los Lunes al Sol), Reinaldo Arenas (Antes de que anochezca), Ramón Sampedro (Mar Adentro) o Anton Chigurh (No es país para viejos), no debería encontrar muchas dificultades en utilizar otro personaje para lidiar con 'la prensa'. Personalmente, me cuesta admitir que nuestro actor más internacional haya puesto a parir a los suyos en el New York Times. Eso sí, podría manejar mejor su mala leche. Conc

 

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