Jesús invita a GENTE a conocer de cerca esta joya · La tradición de las 'precampanadas' se inició porque había que comprobar la bola
gentedigital.es/ Javier Reyes (@Reyesmst)
30/12/2013 - 10:00
Otro año más, el reloj de la Real Casa de Correos será el encargado de despedir el año y dar la bienvenida al siguiente. La mayoría de los españoles siguen a través de sus televisores lo que ocurre en la Puerta del Sol en los últimos minutos del año.
Todos conocemos el proceso de las doce campanadas: mientras baja la bola, suena el carrillón que anuncia que en unos segundos empezarán las uvas. Seguidamente, suenan los cuatro cuartos, cada uno de ellos con un repique doble y, cuando acaban los ocho tañidos, empiezan las doce campanadas de fin de año.
Para que esto salga a la perfección, la relojería Casa Losada se encarga de cuidar y mantenerlo durante todo el año. Jesús López-Terradas es uno de los tres relojeros que todas las semanas sube a comprobar que todo funciona de forma correcta.
Una de las curiosidades que guarda este reloj es que no es eléctrico, sino que funciona con distintas pesas. "La torre tiene una altura justa para que los contrapesos se desplacen una semana. Cuando llegan abajo, hay un foso de arena donde descansan", explica Jesús a GENTE mientras da cuerda a la maquinaria.
Cuando le preguntamos sobre si hay alguna anécdota, el relojero dice que "no hay ninguna porque estamos aquí para que no las haya. Cuidamos todos los días del año el reloj como si fuera un 31 de diciembre. Siempre tiene que estar a punto porque la máquina no para ni de día ni de noche".
TRADICIÓN 'PRECAMPANERA'
Además del día 31, la gente también ha empezado a congregarse ante el reloj el 30 de diciembre a medianoche y el 31 a las doce de la mañana para acudir al ensayo de las campanadas.
"1997 fue el primer año que nosotros trabajamos en este reloj. Nuestra principal preocupación era la maquinaria de la bola, que sólo funciona el último día del año. Para comprobar que iba bien, la revisamos el día 30 por la noche. Ese año estaba en la plaza sólo la gente que pasaba por allí, pero al año siguiente vino gente y al otro más, y por eso decidimos mantener la tradición", dice Jesús.
Las tres veces que baja la bola, desde la torre, los relojeros no pueden ver nada de la plaza, pero sí oírla. "Con el carrillón, todo el mundo se calla pero, cuando acaban las campanadas, es impresionante el escándalo que se forma", concluye López-Terradas.
LA MÁQUINA RELOJERA, PREPARADA AL SEGUNDO
Durante las tres ocasiones en las que la bola bajará, los tres relojeros estarán en el interior de la torre para esperar a los 28 segundos previos a las doce, cuando, al quitar el seguro, dejen caer la bola por su propio peso. A menos veinte segundos, empiezan a sonar los cuartos y, en el momento en el que suena la primera campanada de la noche del 31, entramos en el nuevo año.
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