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alto y claro

Las tetas gordas

En octubre de 2010 el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, fue objeto de iracundas referencias y gruesas críticas a cuento de sus más que desafortunados comentarios sobre la entonces ministra Leire Pajín. La progresía en bloque pidió su dimisión. Los “morros gordos” de la socialista fueron entonces manifiestamente más ofensivos hacia la dignidad femenina que lo que han sido ahora las “tetas gordas” de, la delegada de Educación en Cádiz, Blanca Alcántara.

chema viejo
30/3/2012 - 11:11

"¿Tú sabes que ahora está la de las tetas gordas en Educación?", le preguntó el candidato de Izquierda Unida a la Junta de Andalucía, Diego Valderas, a Cayo Lara ante la inadvertida e inoportuna presencia de las cámaras de Antena 3.

 Para el feminismo oficial y militante, el que encarnan muchos socialistas y la gran mayoría de los comunistas, la dignidad de la Señora Alcántara no se ha visto lesionada por la referencia mamaria.

 A Don Diego, el pragmático líder comunista de mirada traviesa, las “tetas gordas” le parecen perfectamente compatibles con el deseo de conseguir “una Andalucía feminista”, como oportunamente recoge el programa electoral con el que concurrió a las elecciones. Quizás, la propuesta pase por introducir el diámetro pectoral entre los criterios de acceso a la función pública.

El comentario sobre las “tetas gordas” no pasaría de ser una simple anécdota sino fuera porque revela el doble rasero para castigar a los supuestos machistas. Nunca han actuado igual si el oprobio procede de un correligionario o, por el contrario, la expresión sale de la boca de un adversario político.
 
Aterra pensar que el Gobierno de la Junta de Andalucía ha quedado en manos de este señor. El socio gañán de Griñán encarna a la perfección el paradigma del político de izquierdas extremista, hipócrita, oportunista, demagogo y mezquino, para el que la dignidad de la mujer es tan solo un instrumento argumental de adoctrinamiento que utilizar contra cualquiera que no se someta a la pretendida superioridad intelectual de la izquierda.

A mi este señor me da asco, porque no experimenta el más mínimo rubor ante el afloramiento público de su estulticia, al igual que no manifiesta compasión alguna ante el sufrimiento de los oprimidos por dictadores y sátrapas como los hermanos Castro.

 En la Andalucía del gracejo jornalero hay algo más gordo que las tetas de la Señora Alcántara: la cara dura de este sujeto.

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