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Apuntes de una alcaldesa

Ideólogos de plástico

Ideología, es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad, movimiento cultural, político, religioso, etc. Hasta aquí perfecto y todos de acuerdo. ¿Pero hasta dónde es importante tener ideología? Evidentemente me refiero a ideología política y estoy firmemente convencida de la importancia de no carecer de ella.

Archivado en: Ana Isabel Ferreras, Diario de una alcaldesa, Gradefes, ideologías

Ana Isabel Ferreras / alcaldesa de Gradefes
16/3/2012 - 01:10

La ideología, además de ser una concepción del mundo, es también un sistema de juicios y argumentos donde un partido político o fuerza social da expresión a sus posiciones ante los diversos y múltiples problemas. De ahí que la ideología sea algo en continua elaboración y corrección, no debiendo llegar a ser dogmática, es decir, cerrándose a las ideas de los demás como posibles fuentes de soluciones, al considerarse única y totalitaria.

La verdad no es una cuestión de adscripción ideológica. El hecho de poseer determinada ideología no te asegura que la verdad esté de tu parte, y para acercarse a esas verdades hay que tener los oídos muy abiertos a todas las ideas que se producen en el mundo, vengan de donde vengan.

Tener ideología significa tener principios. Para una persona con ideología no todo vale ni todo está permitido. Desgraciadamente para muchos políticos la ideología es un estorbo porque determina de antemano ciertas reglas y comportamientos. Este tipo de personas defienden a capa y espada el pragmatismo, valorando la utilidad por encima de todo, pasando de cualquier precepto ideológico que pueda incomodarles en su carrera.

Es lamentable y penoso que en momentos cruciales donde debería fomentarse el debate de ideas y puesta en común, en beneficio de un proyecto eficaz, serio y con capacidad de respuesta a la sociedad, se acabe convirtiendo en un mero espectáculo mediático de valoración de fuerzas entre las diferentes posiciones, pasando deprisa y sin prestar atención sobre el tema de mayor calado, preparando el campo y jugando el partido antes de convocarlo. Aunque ciertos quieran comprar al árbitro y cambiar las reglas a su antojo, cuando la desesperación se apodera de ellos. Después del desencanto, lo que ha quedado claro, es que algunos han quedado completamente "fuera de juego" y es mejor que se vayan retirando.

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