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con la venia señoría

Entre intentar pasar el rato, queriendo ver la vida transcurrir (1)

Quizá, cada día, somos muchas más las personas que expresamos insatisfacciones y en los diferentes ámbitos de nuestra vida. Nuestra clara inapetencia por casi todo nos acompaña siempre. Provocamos al mismo tiempo esa oportuna motivación para intentar superar obstáculos, tratando incluso de mejorar. Necesitamos muchas veces acudir prestos a la llamada de tal iniciativa.

Archivado en: Manu Salamanca, Entre intentar pasar el rato, queriendo ver la vida transcurrir

Manu Salamanca
31/3/2023 - 21:04

En cambio, cuando nos repetimos de forma constante sobre todo lo que pudiéramos haber hecho y no hicimos por cabezonería, ya estamos padeciendo esos altos niveles de preocupación, de estrés asociado, a la inmediata alerta de un síntoma claro de ansiedad que provoca depresión. Se generaliza entre tanto malestar e inseguridad. Su indomable espacio nos vuelve crónicos y su reacción provoca mucho sufrimiento y dolor, afectándonos negativamente, a la vez que nos impide disfrutar de aquellas metas que nos propongamos.
Querer siempre hacer las cosas bien es aconsejable, pero si queremos ser demasiado perfeccionistas pudiera tener consecuencias negativas en nuestro propio estímulo y ambición. En la estrategia de establecer siempre objetivos inalcanzables tomamos con demasiada frecuencia decisiones con miedo a equivocarnos, no es para nada recomendable. Opino que todas las personas tenemos la creencia de al menos aproximarnos a ser lo más perfectos posibles. Sin embargo, tener demasiada autoexigencia genera sufrimiento y sentirnos muy crítico con nosotros mismos ocasionaría desdicha e infelicidad constante. Está claro que toda nuestra autoestima, suficientemente valorada, debe estar condicionada, muy asociada a todos esos logros conseguidos.
La magnificación de los errores y la minimización de la capacidad que en muchas ocasiones mostramos de bajo nivel fuerza nuestra capacitada tolerancia a crear su propia frustración y desamparo. Una dicotómica forma de pensar nos afectaría mentalmente y siempre de forma rígida y permanente, como en la misma aceptación personal y en toda nuestra flexibilidad mental.
Si evitamos los pensamientos negativos, reducimos drásticamente la inoportuna zozobra que la angustia más desesperante nos hace darle vueltas y más vueltas, como todos esos pensamientos que, en bucle, no tienen demasiado sentido contemplar. Sintamos esa necesidad de salir de nuestra propia zona de confort estableciendo más metas realistas, cumpliríamos ciertos objetivos. Nuestra peculiarísima valoración personal, sí que pudiera interpretarse como algo importante que definiríamos para ser libres y felices. Disfrutemos pues de la maravillosa idea de vivir nuestra encomiable vida, pero sin crear perfección. Todos cometemos errores y debemos verlos como simple aprendizaje, "entre intentar pasar el rato, queriendo ver la vida transcurrir".

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