Cansados ya de considerar como sentido único aceptable, todo lo que cotidianamente se traduce en absurdo e incomprensible, nos movemos en torno a enfermedades visibles, en donde el encuentro con nuestro mejor yo, se apropia de su mejor perfil, dado que vivimos en un país, que aún sigue esforzado en casi todo lo que aparenta ser, fatigado de sensata intelectualidad, enarbola de forma totalmente radical, turbulenta e irreversible, el cansancio propio de su pobre y patética condición.
Archivado en: Manu Salamanca, Como un país cualquiera de Sociedad en Soledad,
Manu Salamanca
17/3/2023 - 02:20
Vivimos en un país, en donde lo único permanente es el cambio por el cambio con total incertidumbre. Es el país del dinero negro y de su economía sumergida, de los negocios inabarcables y turbios, del duro emprendimiento y de su deseo de transformación, es el país del individualismo competitivo, del mercado liberal estrangulado, de los empresarios creyentes y autónomos desesperados, de los pobres, ladrones y mediocres, como de injustas desigualdades sociales. Este es un país, de clase media imaginaria, de espectáculo y carcajada, de aplausos altisonantes y pandereta, de absorbentes selfis y de redes sociales. Al igual, son sus políticas post-pragmáticas sin fundamentos, por todo ello, descubrimos las mentiras más ocultas entre medias verdades carentes de ambición, condicionan los limites de sus inquietudes y anhelos, como de todos esos sueños rotos, que necesitan de esa pasión indomable, para vivirla y hacerla realidad.
La misma prosperidad y felicidad, nace en el interior de cada uno, y no en el apego exterior personalizado e interesado, programado a tal fin. El gobierno actual, y sus "señorías" deben definitivamente hacer apología del bien común, de sensata conducta, tienen que esforzarse dentro de su propio confort, entre tanto tiempo convulso y despiadado, de como aceptar su activa participación y de como empezar por cambiar su actitud, dentro de esa visible tela de araña, que su elite más innovadora, teje alejada de necesidades y esperanzas; mantienen sus frustraciones no menos conmovedoras, con demasiado y exacerbado egoísmo competitivo. Disuelven la solidaridad y su importancia primordial del bien común, dando por extinguida toda formalidad, especialmente dirigida hacia los más débiles y traumatizados. Somos residuos colaterales, de ese crecimiento creado por y para el consumismo y de sus posteriores dinámicas de mercado. La ceguera ética y la comodidad de un poder económico claustrofóbico asociado a la corrupción, nos impide leer los "signos de los tiempos" ante la necesidad de realizar cambios profundos y estructurales destinados, a paliar los efectos de una aparición violenta del rostro de su maltrecha dignidad, pero..."Como un país cualquiera de Sociedad en Soledad". Cuidarse.
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