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La miseria, nueva seña de identidad

Dicen que la gente que usa el sentido común lo es también de orden. La máxima es irrefutable, desde luego. El problema surge cuando los que deciden el futuro de los demás no lo utilizan y les da igual ocho que ochenta. Siempre, naturalmente, en beneficio propio. A favor de obra. Y eso es lo que viene ocurriendo en España de unos años para acá. En concreto, desde que Sánchez llegó al Gobierno.

Archivado en: Julio Cayón, miseria, sindicatos, mariscadas, Cristina Cifuentes, Irene Montero, Pedro Sánchez

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Julio Cayón
03/3/2023 - 01:10

En Moncloa (y quizás en Ferraz) no hay sentido común para tomar decisiones y sí mucha chatarrería política, que descargan sobre las espaldas de los apesadumbrados contribuyentes. Sobre el lomo, en general, de una entristecida población, que, a estas alturas, está hasta las pelotas, en el caso de los hombres, y hasta el colibrí en el de las féminas. Sobre todo estas últimas y en especial las afectadas con la miserable ley del ‘sisí'. Hay colectivos feministas de izquierdas que están que trinan por la arrogancia e inoperancia de Irene Montero, la ‘blindada' ministra de Igualdad, que no sabe ni por dónde a anda ni hacia dónde va. O sí. Depende de los iconoclastas palmeros que la rodean.
Lo cierto y verdad, que diría Cristina Cifuentes, la expresidenta de la Comunidad de Madrid, es que España está hecha una mierda en todos los sentidos. En el plano económico la pobreza -o la necesidad de la gente, que suena menos dramático- se está desayunando el presente y amenaza con devorar el futuro. Aquí ya no hay dios que aguante. El precio de los alimentos básicos -eso que Fraga llamó la cesta de la compra- está disparado. Millones de españoles ya no comen, simplemente se alimentan, que aunque parezcan sinónimos no lo son. Comer (bien) es, como todo el mundo sabe, otra cosa. No solo de pasta vive el hombre. Y tampoco hay para calefacción. No pueden calentarse. Las familias, en sus casas, están pasando frío porque es imposible asumir el gasto de la energía en ninguna de sus modalidades. Vuelven, sacadas de los baúles, las viejas mantas Paduana.
Total, que a nadie con dos dedos de frente se le escapa, que si en los tiempos actuales estuviera gobernando la derecha, el país era una pira de norte a sur y de este a oeste. Un infierno social. Un levantamiento en toda regla. Las protestas se multiplicarían y los sindicatos de clase se pasarían el día en la calle con pancartas, megáfonos con estruendosos lemas y consignas rebuscadas. Pedo nadie mueve un dedo. Ni una pestaña. Es más, las centrales sindicales pastelean con el Gobierno de una forma escandalosa y zafia. ¡Compañeros, a las barricadas!, no, quia, mejor a las mariscadas.

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