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Gente en León

Un amigo de León

Entrecot y cot, la tuna

En mis tiempos de juventud, el pertenecer a la tuna era algo deseado por cualquier estudiante que se preciara. Primero porque era distinguido entre la chicas, que era de lo que trataba, las cuales, como decía la canción, te adornaban la capa con la cintas para el reacuerdo de las muchas que te quisieron (es un decir) y que tú, como buen galán de la época, rechazaste (también es un decir).

Archivado en: Maximino Cañón, tuna

Maximino Cañón
28/10/2022 - 02:20

Como siempre, en las conversaciones del pasado con los amigos, sale a relucir la tuna con añoranza de unos y opiniones neutras de otros, y que hoy nada tiene que ver con aquellas rondas en que los padres de las agraciadas te agradecían la deferencia hacia sus hijas, agasajando a los componentes de la citada tuna (que solían ser muchos) con unas viandas preparadas a tal efecto. El problema venía cuando la chica a la que ibas a rondar no tenía ventana ni balcón, pero la cosa (faltaría más) se arreglaba con la cesión de la ventana o balcón de una vecina para recibir la dedicatoria.
Otro factor en contra a tener en cuenta, era la pérdida de tiempo que, al dedicárselo a los ensayos y demás vicisitudes, no se lo dedicabas a los estudios. Yo tengo varios amigos tunos: uno es al que le dedico esta columna, porque lo prometido es deuda y se lo debía. Se trata de uno de los "alma mater" de cuantos encuentros de tunas se vienen produciendo en los últimos años en nuestra ciudad, ¿verdad estimado Javier? ("Entrecot"); y el otro, al que omito su nombre por modestia, que también probó las mieles de la tuna, y que ha estado a mi lado en momentos difíciles que uno valora como una amistad sentida y desinteresada.
Nadie puede dudar que cuando una o varias tunas salen a la calle, todavía hoy, se para la circulación para ver y escuchar a la tunas con sus componente que, aunque un poco envejecidos y con unas parejas consolidadas (no todos), desprenden alegría y juventud contenida.
Esta columna pretende que las tunas sigan despertando interés entre jóvenes y mayores y que ahora, con la irrupción de "Las tunas femeninas" que con valentía y con conocimientos musicales, ejercen el derecho ser tunas y a disfrutar de esta tradición con acceso a conocer mundo de la mejor manera y, a poder ser, con el menos coste posible. Ah, y si no se imaginan por qué al destinatario de esta columna le llaman "entrecot", cuando le vean en su apogeo de presentador y miembro de la tuna de León, encontrarán la explicación, digo yo. Javier, ¿a qué no te lo esperabas? Aunque soy mayor que tú, todavía tengo buena memoria.

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