A cada nueva crueldad, deberíamos mostrar un pequeño suplemento de amor, sobre todo de bondad, ya que el primero lo tendremos que conquistar en nosotros mismos. Desde muy temprana edad, hemos tenido que enfrentarnos a esas determinadas figuras autoritarias que nos han acostumbrado a obedecer órdenes, acatando reglas insidiosas, hemos seguido conductas extrañas socialmente establecidas y sin atrevernos a cuestionar el motivo o la sensatez de abordar estas prácticas abusivas, del todo imperativas y tan sumamente desconcertantes.
Archivado en: Manu Salamanca, rúbrica de maldad
Manu Salamanca
04/2/2022 - 01:10
Muchas de las torturas tuvieron su protagonismo dentro de "La Inquisición" y en una época en la que un esperpéntico tribunal religioso, juzgaba castigando con toda su radicalizada postura y crueldad a unos supuestos herejes, a lo largo de los tiempos, muchos genocidios se conocieron en el mundo desde la matanza de Ruanda, hasta la masacre Armenia. No olvidamos los múltiples asesinatos que el terrible holocausto nazi fuera protagonista en los campos de concentración y exterminio, como de igual forma, estremece el problema pre-bélico entre Rusia y Ucrania, que vivimos en la actualidad con inusitada preocupación y desvelo. Es evidente que en todos los resultados de muerte se muestra inexcusable una sumisa voluntad a la obediencia de una autoridad que ordena que se ejerza. Las personas con ese factor de personalidad oscura no solo buscan su propio beneficio sobre el bien del resto, sino que también encuentran razones por las que ignorar sus acciones que pudieran afectar o no a otras personas.
La bondad es reconfortante, su presencia es un bálsamo que suaviza e interfiere en la tramitación de gestionar la más idónea aplicación con todo aquello que, verdaderamente importa en una sociedad más implícita y más acorde con sus problemas y necesidades. Seguimos rodeados de mucho odio, de violencia gratuita, de miedo exacerbado e ilógico, es necesario educar en valores que contribuyan en la mayoría de ocasiones a una escala, a un bienestar social como propia y única generalidad primaria.
No es bueno contestar con venganza al que solo busca hacer daño, sería una respuesta a la altura de una pésima acción, no arregla esa inconsciente interpretación que tan sólo nos aliviaría de forma momentánea, mucho menos satisfactoria. Ante un mal gesto es necesario responder con buena acción y, desde la mejor expresión dirigida con mucha confianza y racionalidad, nunca desde esa cruel ejecución que un estado de cólera pudiera suscitarnos desde nuestro temporal temperamento como impropia y diabólica "Rúbrica de Maldad".
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