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Un amigo de León

Aquellos malos tiempos (I)

No es que ahora la situación esté para tirar cohetes, entre un alto paro que lleva camino de convertirse en algo crónico, el cual, junto con la persistente pandemia nos hace dudar de cualquier remedio inmediato que nos haga volver a la llamada normalidad. Pero ni comparación con las penurias que pasaron la generación de nuestros padres. Espero que con las ayudas prometidas por Europa y con la efectividad de las vacunas podamos salir de este embrollo de desaliento que tantas vidas se llevó, y se lleva, por delante.

Maximino Cañón
04/2/2022 - 01:10

Es cierto que no se vive de los recuerdos, pero no es menos cierto que se vive mejor estableciendo comparaciones sin que se tenga en cuenta lo de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Lo que pasa es que el tiempo vivido lo puede moldear a tu gusto porque, lo pasado, pasado está.
Quién no se acuerda de situaciones vividas por la casi totalidad de los que tenemos unos cuantos años al coleto y que hoy a nuestros hijos les parecerían prehistóricas. Por entonces, si se tenía, se guardaba el pan duro que quedaba para el pobre que un día a la semana nos visitaba. La mayoría con un saco a la espalda donde hacían el acopio de pan duro para unos días. Yo le preguntaba a mi padre cómo podían comer el pan duro (normalmente guardado de unos cuantos días) a lo cual él me decía: "Mira hijo, estos hombres que no tienen otra forma de alimentarse lo hacen valiéndose del buen corazón de la gente que a veces les daban algo de leche y con los trozos de pan duro se iba ablandando y era apto para comer". De ahí viene el dicho de "al buen hambre no hay pan duro". También era habitual venir a recoger por las casas mondas de patatas para alimentar a los cerdos que, en muchos casos, se criaban en aquellas casas que disponían de patios o huertas para al final de año proceder a la extendida matanza que aseguraba la despensa para todo el año.
Las mondas de naranjas (cuando las había) eran usadas como combustibles y como perfume aromático una vez secadas encima de aquellas cocinas económicas que, a su vez, como ya he expresado otra vez, proporcionaban el agua caliente de manera gratuita. Eran tiempos en los que se aprovechaba casi todo. Sería imposible enumerar todos los envases que servían para otros menesteres. No se tiraba casi nada. Hasta el carbón que quedaba sin quemar del todo por aquellas máquinas a vapor utilizado durante largo tiempo sobre todo por los ferrocarriles de vía estrecha. Sería muy largo enumerar las carencias con las que se vivía aunque, como siempre, no todos. Ahora, a prepararse para votar, pero que sea para bien de León. Continuará....

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