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Política, Iglesia y curas mezquinos

La mayoría de la gente piensa que la política y el clero no casan bien. No cuadran. Y, en verdad, nunca deberían encajar porque son mundos antagónicos y diametralmente opuestos. Ahora bien, ello tampoco significa que desde el ambón del evangelio se deba silenciar la voz de la denuncia cuando la situación lo requiera. También es necesaria esa postura.

Archivado en: Julio Cayón, arzobispo Omella, Cardona, funeral en catalán

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Julio Cayón
03/12/2021 - 01:10

La Iglesia, acogida al propio mandato evangélico que la sustenta, viene obligada a hacerle frente a la injusticia o al malabarismo desesperante de quienes tienen el deber de velar por sus administrados. En esos supuestos, sí. Y siempre, por bandera, con la palabra vivificadora como factor de concordia y esperanza.
A pesar de ello, el guión, a veces, no se cumple tal y como fue concebido en los textos sagrados. Y ese erróneo enfoque resulta inaceptable para el creyente o, de manera más simple y llana, para los miles y miles de personas de buena voluntad. Y en este sentido cabe evidenciar -tómese como uno de los ejemplos más indeseados y lamentables- la desfachatez y arrogancia de un cura catalán (independentista), quien, olvidándose de la más elemental caridad cristiana, se salió por peteneras, se puso chulito y, sin pestañear, se negó a celebrar un funeral en español, pese a que la finada lo había pedido en sus últimas voluntades.
Ni la súplica de la hija, pidiéndoselo por compasión, le hizo mella en su dudosa sensibilidad sacerdotal. Si es que la tiene. El mastuerzo de marras rige el templo de San Miguel, en la localidad barcelonesa de Cardona, y debe creerse el rey Midas de la palabra de Dios y no un pastor y servidor parroquial. Claro, que el arzobispo Omella, su jefe diocesano, tampoco es el mejor ejemplo en esto de meterse en charcos. Y tanto ha sido de esa manera, que la burda disculpa difundida por la sede episcopal, se basó en que el cura no encontraba en la sacristía el misal en castellano. Mejor podrían haber dicho que se le fue la olla. Resultaría más creíble. Y menos traumático para la familia de la fallecida.
Pues bien. Flaco favor le hacen a la Iglesia Católica individuos de este pelaje y condición. Y, en mayor medida, en unos tiempos tan complicados como los actuales, donde las sotanas y los hábitos tienen que dejar de oler a naftalina para abrirse de par en par ante sus fieles. Con los debidos respetos entre las partes, hablarse de tú a tú. La Iglesia, en fin, está en el ojo del huracán por culpa de curas tan necios, y, con ello, se polarizan sus defectos más que sus virtudes. Que las tiene y muchas.

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