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Retablo de exigencias

Ocurre siempre que traspasamos los límites de nuestras propias exigencias. No es sólo el ejercicio de un derecho, ni tan siquiera el cumplimiento de un deber cívico, sin duda es algo más. En mi opinión, es la imperiosa necesidad de construir nuestra propia dignidad que hubiera podido ser ultrajada, pero como refleja nuestra misma personalidad triste y desalentada entre gritos de ultratumba que invaden nuestro espacio en la búsqueda tan radical del "ser" como que a través de nuestro individualismo trate por si solo de definirse inviolable.

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Manu Salamanca
07/5/2021 - 01:10

Poseemos un afán notorio por conocer la verdad de las cuestiones que nos rodean, incluso de las personas que interfieren en ellas, pero como algo determinante a nuestra propia naturaleza, es sencillamente algo a lo que no podemos ni debemos renunciar. Lo importante no es tan sólo lo que nos preguntamos acerca del mundo que nos rodea, sino que lo fundamental es la pregunta en la que iría implícita una verdadera exigencia. No queremos tan solo una respuesta, sino que necesitamos planteamientos que se correspondan con la evidente realidad y en sus diferentes ámbitos creativos. Llevamos por delante cualquier tipo de emprendimiento en la lucha de convertir nuestro inmejorable estado y concreción dentro de la facultad que nos confiere la suficiente implicación de una mínima cuota de aliento (como bien puede ser la consecución y posterior ejecución, de un nuevo y determinado proyecto). Es muy importante la suficiente preparación y lograr de un modo casi sorprendente la realización de nuestras acciones como algo independiente a nuestra dedicación que hemos de valorar de continuo y sin medida. Confirmanos tal obligación que posee virtudes y desgrane defectos, equivocarse sería inaceptable como pasaporte a la culpa y al flagelo personal que tanto nos acongoja y atormenta y que nos lleva más tarde al anonimato más absurdo e injusto, incluso podríamos contemplar las enormes posibilidades de triunfo que dentro de un posicionamiento lógico, impulsara nuestra capacidad, que es en ocasiones tan creadora y determinante. Nuestro modo de ser más apremiante disfruta de su rendimiento más benefactor, aunque busque apoyarse en una actitud pasada que devuelva con energía renovada la tramitación de su dura queja. No valoramos lo que realizamos, sino que quedamos afianzados en todo lo que todavía no hemos llegado a finalizar con rectitud y sabio proceder. El martillo que golpea nuestra conciencia cumple la profecía de llegar a canalizar inexorable aquellos objetivos que también idealizados persisten en la angustia de su supuesta frustración. Nunca esperemos recompensa alguna por nuestras fatigas y desvelos, tendremos que cerciorarnos de atender nuestras probables intenciones, aunque no sean pretensiones priorizadas por comodidad o quizá por desafecto, ya que podrían estar siendo las mismas gestionadas por los mejores, y sin otra exigencia que la de su enorme integridad en su peculiar demostración con sus grandilocuentes éxitos, pero como consecuencia inevitable de su honorable intelectualidad y honradez extrema. Mucha precaución.

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