En muchas ocasiones hablamos con nuestra actitud, como con nuestra mirada inquieta, incluso con nuestro propio cuerpo. Ahora bien; las mismas palabras consiguen ese efecto emocional que traducen esos deseos de educada composición en prudente oratoria y que trata siempre de combinarse agradable y sugerente, todo ello resaltado embellece a la postre a nuestros inigualables sentidos.
Archivado en: Manu Salamanca, filosofía sensitiva
Manu Salamanca
16/4/2021 - 01:10
No podemos ni debemos reducir nuestra expresión verbal a un único e inesperado atrevido acto, que tan enarbolado por su suspicacia con cierta fanfarronería sea presentado tan dinámico y que utilizado como estandarte exclusivista, a veces se muestre tan intrépido que desfavorecido por su simplista y desgraciada acometida personal, pudiera impregnarse de impresionable desatino, dentro de una muy vulgar composición de extrañas, no menos sugerentes demostraciones de cercanía ocasional del todo retrógrada, actuando por tanto y a la vez en tal descalificada acción de revulsivo acto inadaptado, del todo problemático e inoperante. Tratemos pues entonces de armonizar todo ese flujo de vivas y reconfortantes sensaciones, a la vez que desatamos hermosos argumentos que nuestra inquieta particularidad interprete convencida, pero dentro de su enfervorecida inclinación por la que tratemos de vivificar en tan comprometedora y cierta reciprocidad a través de su exaltada emoción que en su especial aceptación, pueda atraernos, magnificándonos aún más, si cabe. Seducimos por tanto con nuestros actos conectando con los demás y siempre a través de sus impulsivas emociones, que en las diferentes formulas avistamos en su lejano horizonte, envolviéndonos en su prepotente y sutil concepto, ya que es tan difícil recrearse en una educación libre de complejos y tabúes, las mismas palabras que tratamos desposeídas juegan socialmente a ser mal vistas y desprenden apatía, hacen sobre todo referencia a realidades consideradas desagradables, incluso son socialmente incorrectas, quizá como vulgares "eufemismos" dentro de una comunidad que rechaza aún muchos valores que no admite y menos tolera.
Es imprescindible escanear nuestra mente emocional destapando miedos de nuestros conflictos internos, de nuestras inseguridades, incluso de nuestros logros, de nuestros aprendizajes y capacidades, como es también muy importante contemplar nuestra propia imagen discreta y participativa en aras de su mejor resolución. Nuestro espejo sensorial nos proyecta, nos sumerge incluso a las profundidades de su naturalizado abismo en su intercambio tan natural, que favorece su permisividad vital a nuestro preceptivo movimiento. Nuestra riqueza moral, asume valores propios, desarrolla ecuánime y coherente la responsabilidad, el amor, la amistad, el compañerismo, la equidad, sobre todo la igualdad y la propia cooperación que el mismo respeto en su benevolente condición y trayectoria es bien utilizado como única salida en su nueva "filosofía sensitiva". Mucha precaución.
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