Quién no recuerda aquellas esperas temblando a que llegara el practicante a ponerte una inyección para combatir cualquier mal de la época cuando los medios eran infinitamente inferiores a los que de hoy disponemos. Lo cierto es que, cuando veías sacar la aguja, meterla en el estuche de metal y desinfectarla con alcohol ardiendo, los aullidos se escuchaban en toda la vecindad.
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Maximino Cañón
19/3/2021 - 04:40
Después, cuanto te hacías mayor, la cosa se fue suavizando y ya, el ponerte una inyección, sobre todo si era en el trasero, se aguantaba estoicamente sabiendo que con ello combatías la infección, bien fuera de garganta, de muelas o de cualquier otra parte ya que, si bien en muchos casos te eximia de ir a clase, también, como era lógico, te impedía salir a jugar a la calle con los amigos.
Es sabido que una aguja hipodérmica siempre fue un instrumento sanitario que se utiliza para inyectar sustancias en el cuerpo. A mi todavía me impone respeto, aunque mucho menos que antaño, cuando se me pincha sobre la vena, lo cual aguanto pero mirando para otro lado.
La medicina nos fue manteniendo y prolongando la vida hasta nuestros días (antes de la pandemia) sin mayores sobresaltos, exceptuando algunos males que perviven en nuestros días y son difíciles de vencer.
Esto sería un sucinta versión de lo que significó para nosotros el uso de la temida aguja para librarnos de las enfermedades del momento que fueron vencida por unos de los mayores descubrimientos científicos llevado a cabo por Alexander Fleming, el padre de la ‘penicilina' y Mremio Nobel de Medicina año 1945, que hizo que por medio de este antibiótico se salvaran millones de vidas.
Lo que nadie esperaba es que hoy, con los medios que existen, no fuéramos capaces de atajar con celeridad una Pandemia que infectara a parte del planeta originando millones de muertos. En estos momentos, aunque con las cautelas necesarias, parece que la ciencia ha encontrado remedio para el mortal mal haciendo que todos estemos esperando con los brazos abiertos que nos llegue la hora de recibir el pinchazo, o pinchazos, que nos libre, de una vez por todas, de este vivir en la incertidumbre en la que podamos salir a la calle a cara descubierta sin que parezca que hemos estado viviendo "en el planeta de los simios" con la cara tapada y con la economía por los suelos. Así que lo que deseo es que el pinchazo llegue pronto, la economía se recupere y volvamos a lo de antes, que ahora casi nos parece un espejismo.
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