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Un amigo de León

Mila, te lo dije siempre: te quise y te querré

En primer lugar quiero disculparme ante los lectores que habitualmente me siguen por hacerles partícipes, de algo que, fundamentalmente, nos atañe de una manera directa, a mi hijo, mi nuera, mis nietos y a mí. Mila, aunque han pasado algunos días desde que nos dejaste, y aunque dice el refrán que el tiempo todo lo cura, yo me niego a la mayor: si acaso lo cicatriza pero la cura, lo que se dice cura, en estos casos no existe. Todavía me muevo ante lo real y el sueño.

Archivado en: Maximino Cañón, Mila,

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Maximino Cañón
19/2/2021 - 01:10

Lo real porque cada hora del día que pasábamos juntos, después de cincuenta y dos años entre noviazgo y matrimonio, para mí era lo mejor que me podía pasar teniéndote a mi lado. El sueño es lo que estoy viviendo en estos días posteriores al despertar cada mañana y ver que mi querida Mila ya no está a mi lado, ni lo estará en este mundo terrenal. No se me van de la cabeza esos terribles momentos en los que al levantarnos a desayunar juntos, y tú con una dolencia que te impedía andar con normalidad, dijiste mi nombre por última vez antes de desplomarte inerte presagiando algo grave. El resto corresponde a la solución imposible con el final atendiendo a la llamada de la médico de la UCI (tampoco pudimos acompañarla durante el tiempo que permaneció allí) diciéndonos lo que nos temíamos, que subiéramos a despedirnos porque Mila se estaba muriendo. Subimos nuestro hijo David y yo, y, efectivamente, se estaba despidiendo de este mundo sin tener conciencia de ello. Nuestros besos, los últimos besos, esos que sabían a muerte ente la inminente llegada del fatal desenlace, los llevaremos en lo más hondo de nuestros corazones tu querido hijo David y yo hasta el fin de nuestros días. Sé que nunca te gustó el estar en primera plana, ni querrías haber sido protagonista en un medio informativo como éste, aunque fuera lo último que hicieras.
No puedo dejar de mencionar tu desinteresada labor y entrega que, de una manera discreta y voluntaria, llevaste a cabo en la Asociación Española Contra el Cáncer durante veintidós años, todos los miércoles, dando ánimo a los enfermos en el Hospital de León, recibiendo el cariño de cuantos conociste.
Tuviste tiempo de asistir a las clases de la Universidad de la Experiencia. Allí donde te incorporabas eras querida, no te conocí enemistades, porque siempre veías la parte buena de la gente y llevabas la discreción por bandera. Fuiste una esposa, madre y abuela ejemplar atendiendo todos los frentes que se te presentaban sin dejar nunca, repito, nunca, de atender a quienes te necesitaban. Me dejaste la mejor herencia que se puede dejar en esta vida, como es nuestro hijo David, que lleva tu impronta como excepcional hijo y persona y el cual hoy, en compañía de su magnífica esposa Leticia han aumentado la descendencia con dos preciosas criaturas, Carlota y Héctor, y de las que juntos hemos podido disfrutar hasta el maldito día en que nos dejaste.
Gracias a los muchos/as que te despidieron, cada uno en su medio dadas las circunstancias, poniendo de manifiesto el cariño que desprendías ante todos quienes te conocieron. Mila, no me quiero despedir de ti porque sé que siempre estarás a mi lado dándome esa luz con la que durante tantos años me iluminaste. Te seguiré queriendo.

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