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En la muerte de Bernardo Sánchez

A veces es mejor que los sentimientos reposen. Y este es el caso. Porque para recordar con objetividad a Bernardo Sánchez, el eterno pedáneo de Oteruelo -que fallecía hace un par de semanas- hay que retornar la vista atrás y, cual si de un holograma se tratara, volver a verlo, con sus papeles y sus ‘historias', entrar en el Ayuntamiento de León. Por ejemplo. Y junto a él, como fiel escudero, su inseparable Mari, una mujer tan jovial como discreta, que ha sido su mano derecha durante muchos años -podría decirse que también la izquierda, dada su condición de cabal socialista- en la custodia y resolución de los expedientes afectos a la pedanía. Bernardo sabía de quién se rodeada. Y lo que quería para su pueblo de adopción, que si bien le habían nacido en Sahagún, Oteruelo era su patria emocional y empírica sin solución de continuidad.

Archivado en: Julio Cayón, Bernardo Sánchez, pedáneo de Oteruelo,

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Julio Cayón
29/1/2021 - 03:30

Bernardo era machaconamente eficiente como buen pedáneo. Jamás se conformaba con las palabras o promesas cuando se hacía presente en la Casa Consistorial. Quería hechos. Soluciones. Nunca desmayaba. Y las pedía de tal manera que, al final, costara lo que costara, salía del edificio corporativo con el deber cumplido. Las había conseguido por su constancia indestructible. Y cabe decir, también, que con su permanente actitud reivindicativa y durante más de veinte años fue el ángel de la guarda de sus vecinos y el vigía permanente, desde el altozano geográfico de la localidad, de su lugar de acogimiento. No es baladí asegurar que era una bellísima persona. Un hombre lleno de bondades. Un trabajador infatigable. Y alguien capaz de los mayores sacrificios si pintaban bastos, que no siempre las cosas rodaban a favor.
Y otra de las virtudes de Ber-nardo fue la objetividad. La honradez de pensamiento al margen de ideologías. Nunca las mezclaba. Las distinguía. Hay una anécdota que le retrata y le ennoblece. Que le dibuja como era. El asunto -esta fue la historia- es que había nevado en León más fuerte de lo habitual y Oteruelo era un lienzo blanco. Intransitable. Y, como es natural, pidió auxilio a la concejalía delegada para resolver el problema. Se le atendió. Sin embargo, la oposición, que por aquel entonces era de su partido, cargó muy duramente contra el equipo de gobierno, denunciando, mediante una nota de prensa -ese es el ‘juego'-, la dejadez municipal para con la pedanía. Incierto. Bernardo, al conocerlo, se plantó en el Ayuntamiento, en el Grupo Municipal Socialista, y deshizo el agravio. Y eso que eran de los ‘suyos'. Genio y figura.

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