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Mentiras y engaños

Osas

El pasado domingo se dio la casualidad de que unos cuantos escopeteros, que no cazadores, salieron a ver quién la tenía más larga y desgraciadamente se toparon con dos osas. Una de ellas se llamaba Sarousse, y hasta hace bien poco campaba a sus anchas por los bosques del valle de Bardají en el pirineo oscense, la otra paseaba por la zona de la Ventanilla allá por Cervera de Pisuerga en la montaña palentina. El impresentable individuo de pirineos dice que la mató en defensa propia, porque se le acercaba "peligrosamente", y el de Palencia argumenta, como siempre en estos casos, que fue un accidente y que la confundió con un jabalí. A ver quién es el que lo desmiente ahora.

Archivado en: Julio Cayón, caza, osas matadas por cazadores, montaña palentina, cervera de Pisuerga

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Nicolás Pérez Hidalgo
04/12/2020 - 03:30

Es evidente que no hay nada que hacer. Que aunque malgastemos millones de euros en formación, concienciación y divulgación y en mantener chiringuitos conservacionistas y fundaciones varias no conseguimos nada. La fuerza y el poder de las asociaciones de cazadores conchabadas con los sindicatos agrarios y ganaderos y amparados en las leyes que los corruptos políticos les hacen a medida, permiten que incluso en tiempos de pandemia cualquiera pueda saltarse los confinamientos y salir al campo a pegar tiros un fin de semana tras otro. Incluso en una nota oficial de la "Real" Federación Española de Caza, en la que dicen textualmente "lamentar" los "dos actos fatídicos y desafortunados" se permiten escribir a renglón seguido, que cazar es perfectamente compatible con la conservación del oso pardo y que matar jabalíes es fundamental para garantizar la expansión del plantígrado en nuestro territorio. ¡Sin palabras!
Cepos, lazos y veneno han campando a sus anchas durante décadas en nuestro país y desgraciadamente lo siguen haciendo. Pero mucho más peligrosos y mortíferos que la estricnina, son esos textos envenenados que se aprueban en los parlamentos autonómicos y que se plasman en los boletines oficiales. Gracias a ellos y a los jueces, se permite que las alimañas de dos patas siempre se vayan de rositas en casos como estos. No olvidemos nunca que los negocios y el politiqueo suelen mezclarse en cacerías y casas de putas, lo cual ya nos aclara bastante la situación que vivimos en el país. Mientras tanto: larga vida a la caza y perdigón a la alimaña. A ver si terminamos con todas.

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