Ya hace un tiempo contábamos aquí como empezaban a tratarnos como gilipollas en los bares, con aquel cartelito de "no hay servicio de terraza", y gracias al cual el cliente era un camarero mas, llevando y trayendo las consumiciones y las tapas, y limpiando la mesa si quería sentarse. Todo ello además pagando sin rechistar.
Archivado en: Nicolás Pérez Hidalgo, coronavirus, estado de alarma, servicio de terrazas, ocio nocturno
Nicolás Pérez Hidalgo
19/6/2020 - 01:10
La estúpida normalidad nos deja algo positivo. Cuando llegues a un bar te vas a encontrar las mesas limpias (a ver cuánto dura) y te van a atender con más o menos amabilidad (aunque también eso está por ver).
Mientras tanto estos días la gente vuelve a llenar los bares, porque no puede ser por menos. Somos gente sociable y las relaciones se cultivan (al margen de en las redes sociales) en los bares. Y los negocios se abren o cierran, o ambas cosas, en las barras o en las mesas de los restaurantes, cuando no en una casa da alterne, sobre todo los negocios gordos.
Lo que parece no tener mucho sentido es no abrir el ocio nocturno con las garantías sanitarias. Podemos hacinarnos en las terrazas, podemos entrar en bares y restaurantes, podemos incluso ir a misa de ocho, pero los cortejos de apareamiento (eso que mueve a la mayoría de los organismos vivos) están prohibidos de momento. Curioso.
Poner puertas al campo nunca ha dado resultado y con el verano a la vuelta de la esquina los botellones aumentarán exponencialmente. De ahí el enfado de "empresarios de la noche", orquestas, feriantes y demás agentes implicados que ven como el negocio se hace en el supermercado. Si podemos ir a darnos codazos en la compra, en el trabajo, en los platós de televisión o a escuchar la palabra de dios con mascarilla, qué hay de malo en empezar tener un poco de ocio y diversión lúdico-festiva.
Sobre todo, porque con lo poco que vamos sabiendo de verdad de la pandemia, no sé si hemos tenido realmente motivos para tanto confinamiento, tanto estado de alarma y tanto desfase, y tantas "nuevas" normalidades o si todo ha sido una buena excusa para otros fines en el país del engaño y la mentira. Claro está que no encontraremos a mucho científico que nos lo cuente ni a mucho periodista que de verdad lo investigue.
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