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Gente en León

De vez en cuando

A vueltas con Ordoño II

Sufrir ante la opinión pública un desgaste por la cara no es la mejor opción para un político. No tiene sentido. Y, en este caso concreto, es, exactamente, lo que le viene ocurriendo al alcalde de León, a José Antonio Diez, con el asunto de la remodelación de Ordoño II. Durante su ya larga trayectoria municipal -cuando concluya el mandato sumará dieciséis años en el Consistorio- ha vivido escarmientos en cabeza propia y ajena y eso debería ser su libro de cabecera. Su catón. Si la veteranía es un grado -que cierto debe ser- el axioma bien debería aplicarlo a rajatabla -sin saltarse ni una línea- desde su despacho de San Marcelo.

Archivado en: José Antonio Diez, peatonalización de Ordoño II,

Julio Cayón
05/6/2020 - 01:10

El fuero del asunto no es que se proceda a modificar la céntrica ‘carretera' -herencia sobrevenida del anterior equipo de gobierno-, sino que se acometa -que es el huevo- en un momento tan delicado como el actual. Ahí radica el problema. Y ya que la oposición -PP y Ciudadanos- se lo puso en bandeja al solicitar un pleno para debatir el asunto -que perdieron, como se esperaba- lo suyo habría sido dejarlo para más adelante. Aplazarlo y a la espera de tiempos con diferente etiqueta. Y más adelante no significa olvidarlo.
Sin embargo, Diez se ha enrocado con la idea del cambio urbano. A pesar de que sabe -o debería saberlo porque es el primer servidor de la ciudad- que los comerciantes, muy cabreados, se están moviendo para alzar en público sus protestas. Y eso no aventura nada bueno. Y que las asociaciones de vecinos -al menos algunas de ellas por aquello de las politizaciones encubiertas- también conectan con la misma sintonía; con el mismo dial. Lo debería tener muy en cuenta. En otras épocas más bonancibles podría ‘jugarse' con eso que llaman memoria colectiva -siempre se dijo que, al final, la gente se olvida de las cosas- pero con la pesada losa que está cayendo sobre el tejido empresarial de la ciudad por el retroceso económico, el asunto, en el tiempo, estará tan presente como fresco entre quienes lo estén pasando mal. Y pueden ser muchos.
Y es que a quienes pasan por la caja municipal o cualquier otra -para pagar, no para cobrar- les lacera el medio millón de euros previsto para la obra. A día de hoy no lo ven razonable. No urge. Conclusión. Si ahora se diera un paso a un lado -el plan ya está en el bolsillo del equipo de gobierno- las lanzas se volverían cañas. Seguro. La reflexión en estos casos es la mejor aliada cuando se gobierna. Y Diez, aquí, está obligado a apoyar la cabeza entre las manos para tan sano ejercicio.

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