Hay veces en la vida que es mejor hablar lo justo. Medirse. Y no dar tres cuartos al pregonero sin necesidad. Eso se decía antes. Pero cuando se aplica aquello de ‘porque yo lo valgo' sin que le dé un torzón a quien lo dice, la cosa se complica. Y así, la jefa de Ciudadanos en el Ayuntamiento de León, Gemma Villarroel, ha destapado el tarro unilateral de las esencias para asegurar que ella vale muchísimo. Que es un crack. ¿Quizás una fuera de serie? Por eso, además de concejala y portavoz (a) en el Consistorio leonés, es diputada provincial en el Palacio de los Guzmanes. Fin de la cita.
Archivado en: Julio Cayón, Gemma Villarroel, Ciudadanos, sueldos públicos
Julio Cayón
13/12/2019 - 02:20
Ahora bien, si partimos del número de ediles elegidos al amparo de la formación del zumo (más de setenta en el conjunto provincial) en las pasadas elecciones municipales -nexo y fundamento de la composición de las diputaciones con municipios de menos de 20.000 habitantes, que no es el caso de León- se puede deducir que el partido no tiene tantas personas válidas como pudiera parecer. Porque, en caso contrario, sería absurdo centrar en una sola -caso de Villarroel- dos competencias de parecido tinte. No obstante, eso se lo auto respalda ella misma al asegurar que "a la Diputación hay que ir por validez, no por origen". Implícitamente, el autobombo está servido.
Lo más centrado hubiera sido señalar que había sido la elegida para sentarse en el Palacio diseñado por Gil de Hontañón porque sus compañeros -por unas u otras causas- estaban ocupadísimos en sus actividades privadas -una manera eufemística de justificar el hecho- y que, por lo tanto, debido a esa derivada, no disponían del tiempo suficiente como para atender las muchas reivindicaciones y necesidades territoriales. Desde la oposición, claro. Pero no. Tiene que ser alguien muy eficaz y ella está en ese altarcillo. Como diría Goyito, el del barrio del Mercado, ‘vale un huevo'.
Lo de los dineros públicos es cosa aparte. El capítulo más sensible del asunto. Al salario que cobra del Ayuntamiento por su dedicación parcial del 75% -casi 35.000 euros- se le suma lo que percibe de la Diputación (donde no disfruta de esa condición de exclusividad troceada) por asistencias a plenos y comisiones. Si aquí lo estipulado son 372 euros por comparecencia y figura en nueve comisiones más el pleno ordinario, se colige que al año podría ‘rascar' otros 41.000 euros. Sumados los dos conceptos gana más que el alcalde de León (60.000 pavos) y casi lo que el presidente de la Diputación (80.000). La política mejor pagada. Y con mucho. Porque ella lo vale. Punto final.
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