En el ejercicio de la política local no se debe andar a empujones. Estar a la que salta. Ser oportunista. El municipalismo oficial, que es la actividad más cercana a los vecinos -ahora se dice ciudadanía-, requiere de un permanente compromiso y de una continuada búsqueda de soluciones en favor, siempre, del que pasa por caja, del contribuyente. Esa es la máxima.
Archivado en: Julio Cayón, José Antonio Diez, Antonio Silván, León ciudad sucia, Ciudadanos, Gemma Villarroel
Julio Cayón
27/9/2019 - 01:10
En la actualidad, a día de hoy, un tema candente que corre como la pólvora por la capital leonesa es el estado de la ciudad. Y, más en concreto, su limpieza. O su suciedad, que viene a ser lo mismo. Y la verdad -hay que decirlo por delante- lo del brillo y esplendor del callejero siempre ha sido el caballo de batalla de todas y cada una de las corporaciones. De todas.
Pues bien. Después de cuatro años -los últimos- de gobierno del Partido Popular, León, opinan algunos, está como un erial. Hecho un asco. Dejado de la mano del hombre. Y de dios. Para otros, sin embargo, no tanto. Depende desde la óptima con que se mire y las ideas que se tengan. Y en este sentido es razonable acuciar que el PSOE de José Antonio Diez, el alcalde, señale que ha heredado una ciudad descuidada, churretosa y desamparada, como lo es, también, que el PP opositor de Antonio Silván defienda lo contrario. Es el repetitivo y habitual cruce de acusaciones.
Y a la sombra del escobón y el cepillo aparece en escena Ciudadanos. Y su portavoz (femenina) en el Consistorio se encorajina y señala que el estado de la capital leonesa es deplorable. Y no le da ni la tos. Ni se inmuta. Manda huevos, que diría Federico Trillo ‘el Ausente'. ¿Cómo puede ser que después de estar conchabados -PP y C's- cuarenta y ocho meses en el municipio se dé cuenta de la anomalía? ¿Y cómo es posible, en fin, que no le exigiera al exalcalde un plan perpetuo de limpieza para desintegrar la pésima situación? En sus manos reposó el ángulo fundamental de la gobernabilidad del Ayuntamiento, la sustentación de la alcaldía. En definitiva, el control. Y apenas si tuvo -tuvieron- exposición más allá de algunos flecos invertebrados. Eso sí, la peatonalización de Ordoño II era su obsesión permanente. ¿Continúa siéndolo?
Estos son los aprietos de cuando se practica una política de perfil bajo. El oportunismo nunca fue aconsejable si se sueñan nuevos horizontes. Denunciar a destiempo cuestiones de las que no se tomó razón cuando se pudo y se debió hacer, es como pegarse un tiro en el pie. Y Ciudadanos lleva varios proyectiles en el mismo sitio y de igual calibre. No deja de sangrar.
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