La gente comienza a cansarse de tanta monserga y enredos. De tantos y tan extraños pactos y componendas, contrarios a su intención y libertad. Después de los recientes comicios autonómicos y municipales -de las europeas no se habla-, la mayoría de los electores están llegando a una única conclusión: su voto no vale para nada. Como si lo tiraran a la papelera. O por el retrete. Y ese es muy mal síntoma para futuras convocatorias. ¿La respuesta más común? Que se voten ellos. Es lo que podrían alegar quienes, la próxima vez, estén llamados a expresar su voluntad en las urnas.
Archivado en: Julio Cayón, Ayuntamiento de Villaquilambre, Vive Villaquilambre,
Julio Cayón
21/6/2019 - 02:20
Hasta la irrupción de las nuevas formaciones políticas habitadas -que habitables es otra historia- el bipartidismo anunciaba las preferencias individuales de las personas. No había medias tintas ni dudas. Ni radicalizaciones. O una cosa o la otra. Esto, visto desde un prisma genérico, reportaba cierta tranquilidad en cuanto a saber, después del recuento de las papeletas, cómo habían quedado las cosas. Quién asumía el poder y quién se iba al descarnado banco de la oposición. Así era de fácil.
Ahora, abierto el abanico de posibilidades -democráticas, aunque no todas- el voto se dispersa de tal manera que el que gana pierde y el que pierde, gana. Y todo ello, gracias a los retorcidos y postizos acuerdos que, infectados muchísimas veces por intereses insospechados, desintegran y denigran el interés popular. Villaquilambre, sin ir más allá de unos pocos kilómetros de la capital leonesa, es el vivo ejemplo, el arquetipo, de una situación cuando menos chocante.
En este ayuntamiento -el cuarto de la provincia de León- ganaron los socialistas. Y, sin llegar a barrer, por amplio margen. Doblaron el resultado de cuatro años antes. Pues bien, cuando todo indicaba que el PSOE era el llamado a gobernar, lo han dejado en paños menores. En el desván. Cuatro manos -PP, C's, UPL y Vive Villaquilambre (en acrónimo por siglas, VV)- se han encargado de pasarse por el forro la decisión vecinal. ¿Es lícito? Sí. ¿Es lógico? No, en absoluto. Y el asunto puede traer consecuencias en un municipio donde se conocen todos.
Esta es la madre del cordero, del lechal nacido en un rincón oscuro de la paridera de los votos. En el descastado establo en que se ha ‘regenerado' la actual vida política y cuanto conlleva de lamentable. La gente es buena pero no tonta. Y cuando se le trata de una manera superficial y arrogante, con desprecio, la memoria, siempre, resurge de forma espontánea. Al tiempo. Y el tiempo lo dirá.
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