Era un profesional liberal de la sanidad, con una amplia capacidad imaginativa y un sentido del humor difícil de igualar. Charlábamos a menudo. Un día de los muchos que intercambiamos experiencias y aficiones, me dijo que estaba muy ilusionado porque había acabado de escribir un libro en el que, creo recordar, la nobleza no salía muy bien parada.
Archivado en: Maximino Cañón, Ángel Carbajo Lozano, ALCER, Asociación para la Lucha Contra las Enfermedaddes del Riñón
14/6/2019 - 04:40
El motivo de su alegría tenía como justificación el que un antiguo profesor, y reputado escritor español que le había dado clase en sus años universitarios en Madrid, se había puesto en contacto con él y, el cual, a pesar de los años transcurridos le seguía teniendo mucha estima, había aceptado el escribir el prólogo al libro en cuestión, lo que le daba mayor realce al mismo.
Satisfecho con la aceptación del encargo, mi amigo Alfonso se lo llevó en mano a su domicilio de la capital de España y a la vez decirle sucintamente de qué se trataba. Vete tranquilo, le dijo el ex profesor, que ya lo leeré con calma y me pondré en contacto contigo cuando tenga escrito el prólogo comprometido. Pasados dos meses Alfonso recibió una llamada de la esposa del citado escritor para decirle, de parte de su marido, que cuando fuera a Madrid pasara por su casa y le entregaría el prólogo del libro porque además, y en relación con el contenido del mismo, tenía que comentarle algunas cosas.
A los pocos días, Alfonso impaciente por publicar el libro una vez finalizado, se personó en el edificio del antiguo profesor y conocido escritor donde, después de tomar un café, le entregó el texto del prólogo comprometido diciéndole: "Mira Alfonso, ya sabes el aprecio que siento por ti desde que te conocí los primeros cursos en la universidad. En consecuencia he leído el libro con detenimiento y atención y no puedo por menos que decirte una cosa: Alfonso una vez visto el contenido y la intencionalidad del mismo, tú serías fusilable con cualquier régimen. Así que toma el libro y vete, y que Dios nos pille confesados, a pesar de que yo no soy creyente". Lo que nunca supimos fue el motivo por el que el afamado escritor le dedicó estas palabras.
A Ángel Carbajo Lozano presidente de ALCER (Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón) con mi reconocimiento y ánimo a su encomiable labor.
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