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ENTREVISTA / músico, maestro, compositor, cantante, artista, ferroviario y empresario

Papá Quijano: "Me llamo Manolo y soy de Armunia"

Manuel Quijano Cerezal, Papá Quijano, recibió el cariño de amigos, familiares y seguidores en el acto de reconocimiento que la ciufad de León le tributó por su trayectoria en una gala celebrada este 21 de marzo en en el Auditorio Ciudad de León. Músico, empresario, profesor de música durante 35 años, ferroviario, cantante y padre de una saga de artistas que han llevado el nombre de León por todo el mundo (el trío Café Quijano y el pintor Jorge Quijano) cuenta en su haber con dieciséis discos, recuerda que él mismo se construyó su primera guitarra y se muestra orgulloso de ser de Armunia. Esa es su presentación, "me llamo Manolo y soy de Armunia"

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Anabel Martínez
21/3/2019 - 20:45

¿Qué supone para usted el homenaje del Ayuntamiento de  León? ¿Es un reconocimiento recíproco?
Yo he dado todo lo que tengo. El que da todo lo que tiene no está obligado a dar más. Entonces, lo que yo no sé es si todo lo que yo he dado es merecedor de este reconocimiento y homenaje que me ha hecho el Ayuntamiento.

Reconocimiento que se suma a la Medalla de Oro de la ciudad, que ya tiene.
Sí tenemos la Medalla de Oro de la ciudad, tanto mis hijos como yo.

¿León salda así la deuda que pudiera tener con Papá Quijano, con los Quijano, por llevar el nombre de León a todo el mundo?
Creo que no se trata de saldar ninguna deuda. Cada uno tiene que dar aquello que atesora. Tanto mis hijos como yo, ellos infinitamente en mucha mayor medida, son portavoces, son abanderados de León. No hay un sitio en el mundo que no presuman de ser de León, lo mismo que yo presumo, de una forma u otra. Yo me llamo Manolo y soy de Armunia.

Una buena presentación ¿no?
Bueno, no está mal, yo creo. De ahí viene mi nacencia, de Armunia. Te voy a contar una anécdota, que me ocurrió sobre el año 52, 53 aproximadamete. Cuando yo venía a estudiar a León, cuando me preguntaban los críos de la escuela de la capital “de dónde eres”, yo siempre les decía que era de León, “¿pero de León,  León? Sí de León, León”; porque si decías que eras de pueblo, con la pinta encima que llevabas, eras un poco el hazmerreír de los de la capital. Entonces, siempre, siempre, siempre decía que yo era de León. Ha pasado el tiempo y quiero reivindicar aquello que en aquella época omitía porque te trataban un poco peyorativamente. Yo soy de Armunia, ¿pero Armunia es León? Bueno,Armunia es León, pero yo nací en Armunia. Yo me llamo Manolo y soy de Armunia.

Armuniense y ejerciente.
Por supuesto que sí.

Además de ser de Armunia es ferroviario, profesor de música, compositor, empresario, músico, hostelero... ¿Nos queda algo en la manga?
La verdad es que no. Lo que pasa es que lo de empresario es… si el tener un local es ser empresario,...  pon miniempresario

Pero con un campo de acción muy amplio.
En cuanto a las vivencias musicales, está un poco más extendido. En cuanto a ferroviario, pues fíjate tú, que yo ingresé en la Renfe el 1 de enero de 1955, como aprendiz, que estaba la escuela de aprendices de la Renfe en León. Cuando entramos nosotros estaba todavía el depósito de vapor, y ya estaban emergiendo las máquinas eléctricas. Tanto es así que salimos el 1 de enero de 1959 de la escuela de aprendices y no nos pudimos quedar aquí en León, mi promoción, porque no estaba terminado el depósito de la máquinas eléctricas y nos mandaron a Ponferrada, a La Placa, donde había una especie de satélite eléctrico. Y allí estuvimos hasta agosto, que se inauguraron los depósitos de tracción eléctrica aquí en León, en el Crucero concretamente.

¿Cuándo sintió la llamada de la música, eso de yo lo que quiero ser es músico?
La llamada de la música yo la tengo desde muy tierna edad. En mi casa, anterior a mí, no conozco a nadie que haya tenido nada que ver con la música. Pero sí te voy a comentar que unos vecinos míos tenían de pupilo de patrona a un señor, entonces un muchacho, que estaba estudiando Veterinaria aquí en León, era de Monforte de Lemos y tocaba la guitarra, tocaba el violín, tocaba la bandurria… y a mí aquello me llamaba la atención de niño, con siete u ocho años. Pero el poder adquisitivo que había en casa no permitía que yo tuviera una guitarra. Tuvieron que pasar unos años, hasta que tuve catorce, que mis padres con mucho sacrificio me compraron una guitarra en Casa San José, en la calle del Pozo, que costó 250 pesetas. Aquello para mí ya fue un mundo. Pero en mi ignorancia y en mi niñez, yo construí una guitarra con una lata de escabeche, un palo y unas alambres, hacía ruido y me parecía que era un mundo a explotar.

¿Siempre con instrumentos de cuerda?
Sí, porque es lo que más me gusta y, sobre todo, de los instrumentos de cuerda para mí el número uno es la guitarra. Toco bandurria, laúd, mandolina, pero sobre todo la guitarra es mi instrumento.

También son los instrumentos que enseñó en su etapa de profesor de música.
Sí. Me dediqué 35 años a la enseñanza en los colegios, de historia de la música, de solfeo, de guitarra, de bandurria, de laúd, de mandolina.

¿Alguno de sus alumnos ha salido también músico?
Sí, muchos, muchos que viven de la música, claro que sí.

¿Y mantienen la relación con Manuel Quijano, Papá Quijano?
Con muchos sí, con otros no. No te voy a dar nombres, pero hay uno que sobre todos piensa que está en otra galaxia y no se da cuenta que teniendo los pies en el suelo se camina mucho mejor.
No había nadie en la familia que fuera artista, sin embargo ahora los Quijano son una saga.
Coincidió que los chicos… Yo tenía un estudio de música en El Crucero donde iba la gente a recibir clases y los chicos ya en el vientre de su madre oían las guitarras. Mi ilusión era que hubieran sido médicos pero… salieron tres músicos y un pintor.

La música también sana, si no el cuerpo sí el alma.
Es una forma de expresión musical y pictórica, claro. Que duda cabe que son un buen refugio para aislarte de lo demás primero y gozar tú. Y luego si consigues transmitir esas sensaciones que tú tienes, miel sobre hojuelas.

Los primeros discos fueron quizás un poco tardíos habiendo comenzado tan joven a tocar la guitarra, a cantar, a componer. ¿Cuántos discos tiene ya?
Son dieciséis.

¿Cuál ha sido la evolución en esos 16 discos?
La evolución …hay un poco de todo. Uno tiene cuatro himnos, uno dedicado a la Cultural, otro dedicado a la Ponferradina, otro dedicado al Baloncesto León y otro dedicado al Huracán Z de Trobajo del Camino. También he compuesto el himno para mi pueblo, para Armunia. Luego hice un disco de cuatro boleros muy bonito, y luego ya de larga duración, con boleros he hecho cuatro más; he hecho música electrónica, otros cinco discos; música también de jazz, de chill out…

¿Su primera actuación fue con un pasodoble?
Ya por el 55-56 los que emergíamos en León con la música íbamos por las emisoras de radio, por Radio León, por La Voz de León. Pero en el año 59, lo que hoy es el Banco Bilbao en la Plaza Santo Domingo era un casino, era el casino de los señoritos que llamaban aquí en León. Y organizaron un concurso de cante para artistas noveles, para los que comenzábamos, y yo gané cantando un pasodoble que se titulaba ‘Rocío, ay mi Rocío, manojito de claveles’. Entonces, en el año 59, llegué a mi casa y se lo planteé a mis padres. “Mira papá, mamá…”. En España empezaba a emerger la música, porque nos habíamos surtido y habíamos bebido de la copla, pero empezaba la música pop, la música anglosajona… y yo dije en casa que a lo mejor tenía que ir a Madrid o Barcelona, que al ser grandes capitales, evidentemente, hay más aperturismo para todo.
Mis padres me dieron un consejo que he seguido al pie de la letra: “Hijo, es tu vida, haz lo que quieras, pero ten presente una cosa, que el hambre pasa por la puerta de un ferroviario, pero no entra nunca”. Entonces ¿qué pasó?  Yo comía con la Renfe y con la música me permitía hacer aquello que realmente sentía. Estando en la Renfe en activo, para compatibilizar dar clases en los colegios, que tenía once colegios en León para dar clase, me permitían salir de los talleres por dar clase en centros oficiales. Me descontaba las horas la Renfe, pero me compensaba. El sueldo de la Renfe nunca me faltó y el artisteo estaba para mí por encima, pero era complemento de lo anterior.

Un artista de los de siempre. ¿Qué significa esta definición?
Decir un artista como los de siempre creo que quiere decir un artista todo terreno, que a lo mejor eres como el ungüento amarillo que te lo aplican para todo y al final no sirves para nada. Fíjate, con las orquestas que tuve, hace muchos años, hacías un baile vermú, ibas a comer, hacías un baile de tarde, ibas a cenar, hacías un baile de noche… eras todoterreno.

¿El consejo que le dieron sus padres también se lo dio a sus hijos cuando le dijeron “papá quiero ser artista”?
Algo sí les dije, lo que pasa es que ellos no eran ferroviarios. Ellos estaban en edad de estudiantes, pero vamos, que se prepararan sobre todo, porque la música es muy bonita, la música es maravillosa pero no todo el mundo tiene suerte. Yo he tenido la gran suerte de que ellos hayan tenido la gran suerte  que me hubiera gustado para mí. Yo prefiero que haya surgido como ha surgido ahora, porque yo tengo todo resuelto.

¿Qué tiene Papá Quijano de Café Quijano y viceversa? Supongo que no se puede entender uno sin otro.
 Te voy a dar dos conceptos. Uno la pasión por la música, y otro que nos une el apellido.

Cuando se juntan todos debe ser una fiesta.
No creas. No tocamos mucho juntos. Desgraciadamente para mí no puedo contar con ellos tanto como yo quisiera, porque ellos tienen su vida, ellos tienen sus compromisos, pasan mucho tiempo en América, afortunadamente trabajando, y yo aquí estoy en ‘La Lola’ dando bandazos.

Su grupo de referencia son Los Panchos y ha compartido escenario con ellos.
Sí. Hemos compartido mis hijos, yo y ellos. Precisamente en el Auditorio y en Televisión, en ‘La 1’.

¿Qué siente al estar con sus ídolos?
Para mí, sí fueron mis ídolos. Ojo, para mí siguen siendo mis ídolos y mi referente, pero los Panchos que yo conocí, los Panchos que yo tenía idolatrados, que no son los que son ahora. Estaba Chucho Navarro, estaba Alfredo Gil, estaba Hernando Avilés. Luego, al final, se han incorporado Rafael Basurto, que para mí es un fenómeno; Gabriel Vargas, que para mí será sin ninguna duda el mejor requintista del mundo.

¿Si le hubieran dicho ven lo habría dejado todo?
Pues posiblemente. Y a mis hijos en el coche siempre les tenía música de Los Panchos. Aprendieron a hablar escuchando música de Los Panchos.

De hecho Café Quijano tiene varios discos de boleros.
¿Mis hijos? Tienen la trilogía. Es que en la primera época, en cada disco que sacaban siempre había  un bolero, enmascarado entre el pop.

¿Siempre son canciones de desamor?
También hay alegrías. No puedes decirme que “no hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo”, eso no es de pena, es de añoranza, es de deseo, pasión. El bolero, a parte de ser una música atemporal, son pequeñas historias condensadas en tres o cuatro minutos y que encierran todo un mundo, tanto de pasiones de amor como de desamor.

Cinco himnos. ¿Si tuviera que escribir el himno a León, que destacaría? ¿Sería un bolero?
No. Tendría que ser posiblemente una especie de balada donde pudiera plasmar todo lo bonito que tienen León, porque arquitectónicamente es una ciudad muy bien dotada. Segundo, habría que poner de manifiesto su gastronomía, tan diversa, tan nutritiva y tan variada. Y por último, yo creo que también está muy bien dotada lúdicamente. Tendría que ser un amasijo de todas estas cosas, arquitectónicamente, gastronómicamente y lúdicamente.

‘La Lola’ es una de las canciones que lanzó a la fama a Café Quijano y da nombre a este local. ¿Quién era ‘La Lola’?
Ahí no puedo responder. Tenemos el nombre de ‘La Lola’ desde el año 2000. La Cava fue en sus inicios. Después fue Trapos 80, luego Stick, de palo de hockey. Y en el año 2000, debido a la eclosión de los chicos se puso ‘La Lola’ en honor… Quien te puede responder a esta pregunta yo creo que es mi hijo Manolo, que es el que conoce la historia. Yo conozco lo que me han contado y lo que me han contado imagino que es lo que ellos quieren que sepa. Nada más.

Todos los hijos viviendo fuera de España. ¿Qué llevan los Quijano al resto del mundo?
Ser un poco embajadores y transmisores de todo lo bueno que tiene León.

¿Y qué es eso tan bueno?
Lo que he comentado. El leonés es una persona leal, a lo mejor por el frío un poco introvertida. Somos desconfiados, pero el leonés cuando te da la mano es una persona que puedes confiar en ella.

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