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Y llegó 2019 y seguimos con los mismos pelos

Ya lo decía una celebre canción del sainete de principios de siglo de Tomas Bretón y Ricardo Vega en ‘La Verbena de la Paloma' con la expresión: "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad". Ahora, como otras muchas cosas, además de adelantar, lo que cambian son algunas costumbres en relación con las de antes.

Maximino Cañón
12/1/2019 - 01:10

En los años en los que uno celebraba la salida del año viejo en alguna sociedad, salón de baile o club del momento, lo hacías, normalmente, acompañado por la novia, si la dejaban salir; para poner el broche final a lo que se entendía que había sido una noche extraordinaria, dirigiéndote, cómo no, a quien se llevaba la palma en lo del "chocolate con churros": ‘El París', si es que eras capaz de encontrar una mesa. Primero en el anterior, pero acogedor establecimiento, en el que Julián Jaular (desgraciadamente desaparecido) y su incansable esposa, Rosario Vega, que hasta el pasado año seguía supervisando y preparando personalmente la fritura de los miles de churros que, acompañando a los suculentos chocolates cada madrugada de fin de año, se degustaban en el ‘París'.
La actividad continúa hasta nuestros días con ‘Charo' al frente, como si no pasaran los años por ella. No puedo olvidar al conocido, diría que histórico barman-camarero, Manolo Pombo, (hoy gozando del ‘júbilo' merecido) haciendo los preparativos del chocolate en cantidades industriales para que, imprimiendo su sello personal en el dulce amanecer de cada comienzo de año nuevo, no faltaran ni los chocolates ni los churros de rigor a los clientes que, año tras año, acudían fielmente a la cita.
Tampoco hoy se llenan las peluquerías con aquellas jóvenes que, haciendo gala de sus atributos naturales, completaban la estampa con moños o peinados resaltando su figura en su primera salida nocturna. Tampoco se baila como antes. Ya casi no quedan salones de baile a lo ‘agarrao', sólo alguno residual para los nostálgicos y, generalmente, entrados en años. Ahora se agarra uno en cualquier sitio sin tener que buscar la complicidad de escuchar la canción que la orquesta interpretaba y que te permitía tener entre tus brazos a la pareja ‘femenina', lo otro vino después.
Este año, quizás por el cansancio de los años, Rosario (Charo) decidió no abrir en la madrugada de la Nochevieja al día de Año Nuevo lo que generaría alguna desilusión entre los habituales. Eso si, con el nuevo año, el París volvió a tener otro lleno histórico durante la mañana con la clientela habitual que, Juan José Carrasco (Juan para los asiduos), junto con los compañeros y compañera del turno, atendieron a los cientos de clientes que, con los desayunos de rigor, estrenaron el nuevo año. Juan se multiplicaba atendiendo con oficio a la masiva parroquia que quiso empezar el año tomándose el chocolate o café con churros en los salones del entrañable Café París porque el Año Nuevo sin desayunar en el ‘París', es otra cosa.
¡Feliz año 2019!

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