Casi, como con lo de Cataluña, me aburre hablar de la FEVE. Como me puedo considerar conocedor desde mis años de la niñez y juventud de la estación de Matallana o del ferrocarril de La Robla, que era como de verdad se conocía al tren de ‘vía estrecha', pero de vida ancha para los muchos usuarios de entonces, creo que me encuentro legitimado para hablar de cómo era, y es ahora, la denominada FEVE.
Archivado en: Maximino Cañón, FEVE, tos ferina, tosferina, Estación de Matallana, el tren de La Robla
Maximino Cañón
09/3/2018 - 01:10
En la actualidad, veo cómo transcurren los trabajos tendentes a la puesta en marcha que el nuevo ferrocarril y destino va a tener, llevando a cabo labores que, a tiempo parcial y de manera alterna, se producen con la esperanza de que los pocos habitantes que todavía quedan en los pueblos ribereños y de montaña, puedan disfrutar con el actualizado medio de transporte que la FEVE ponga en marcha.
Aunque ya he comentado (y comentaré) situaciones que en la línea de ferrocarril se producían, hoy me voy referir a alguna de las que están en el recuerdo de muchos. Eran tiempos en que la ‘tos ferina' (enfermedad de las vías respiratorias, altamente contagiosa también llamada tosferina) hacía mella entre los lactantes y los niños pequeños. Con tal motivo se corrió entre la población que un medicamento fácil y barato, era el poner a los niños afectados sobre los puentes por donde pasaba la máquina desprendiendo vapor, como un remedio (así se creía) contra la ‘tos ferina' que se aplicaba respirando con profundidad cuando la máquina pasaba, desprendiendo el esperado vaho, corriendo de un lado para otro del puente, con el fin de aspirar al máximo con el deseo de que la enfermedad remitiera lo más pronto posible. Al mismo tiempo, y mientras el tren llegaba el puente también ofrecía otra prestación gratuita como era la de afilar los cuchillos, tijeras y navajas, en la piedra de sílice que cubría las paredes de ladrillo del puente, y de lo que hoy todavía queda un resto en el llamado de los Maristas. En fin, que la estación de Matallana tiene infinidad de historias sin contar, muchas de las cuales algunos las han llevado consigo para el otro mundo y que merecen tener un sitio en la intrahistoria de nuestro León ciudad y provincia. Todo llegará.
Puente de la estación Matallana. Remedio para la tosferina y piedra de afilar para las navajas y los cuchillos, sin que te costara.
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