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Gente en León

un amigo de león

La otra 'cencerrada'

La Real Academia de la lengua Española, la define, entre otras, como el "ruido desapacible que se hace con cencerros o con otros utensilios metálicos para realizar una protesta cualquiera como burla".Tambien era costumbre dar la cencerrada para burlarse de los viudos en la primera noche de las nuevas bodas.

Archivado en: Maximino Cañón, cencerrada, cencerros

Maximino Cañón
19/1/2018 - 02:20

El caso es que ahora, como cada vez quedan menos habitantes en los pueblos capaces de contar historias, éstas cobran especial relevancia con el fin de no quedar en el olvido. La persona protagonista de esta historia era un vecino del pueblo que, como otros muchos, era objeto de comentarios por la particular forma de comunicarse que con su esposa tenía, cuando estaba en la alcoba conyugal a punto alcanzar el sueño y no quería dar contestación a los comentarios y preguntas que la mujer la hacía sobre lo sucedido en el le. Nos llamaba mucho la atención a los pequeños merodeadores de la tertulia de los mayores escuchar lo que en ella se decía. Se hablaba de lo que en el pueblo acontecía, que normalmente era poco, motivo por el cual cobraba una importancia inusitada todo lo que alterara la pacífica y normal convivencia entre los vecinos. Lo normal era hablar del ganado, como el mayor sustento de sus vidas; de las mozas y mozos; del cura, del maestro y de la Guardia Civil y de cómo les había ido a los que se marcharon en busca de mejor fortuna. Solo se rompía la normalidad cuando alguien llegaba con alguna noticia distinta a lo que normalmente allí acontecía.
A estos visitantes también les gustaba participar en estos filandones o reuniones de a diario y escuchar lo que allí, al hilo del calor de la cocina de leña y del humo de los cigarros de ‘cuarterón', bien custodiados en la petaca, se comentaba de primera mano. Se decía de un vecino objeto del comentario, cuando se acostaba en la noche harto de escuchar los sermones de la mujer, que solían ser los mismos, debido a lo repetitivas que era las situaciones, escondía un "cencerro" bajo la cama y, cuando la esposa le llenaba la cabeza con reiteradas historias, éste, ya con el sueño en puertas, en vez de darle o quitarle la razón sacaba el cencerro y, como si de un mensaje enviado por el teléfono móvil (o whats App) de los de hoy se tratara, ponía fin a la cuestión con unos cuantos cencerrazos a modo de contestación...

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